26 jun 2012

Nos mudamos!


Mudarse es un cambio importante en la familia. Es una bisagra que cierra un lugar cargado de vivencias y abre otro al que habrá que adaptarse. Se pasa por distintas emociones que van desde el estrés, la ansiedad, la angustia y el fastidio a la felicidad.


“Otra vez cambio de casa, de nuevo cambiaron mis cosas, otra vez cambio de luna y de barrio...”, cantaba Mónica Posse a principio de los 80, en el disco Tiempos de Cambios, en cuya tapa estaba ella sentada sobre unos canastos de mimbre, en medio de todas sus pertenencias acumuladas y muebles desordenados que ilustraban el día de la mudanza.

Según los profesionales de la salud y los psicólogos, la mudanza ocupa el tercer puesto en la clasificación de los factores que causan estrés y debilitación, por detrás del duelo y el despido. La doctora Graciela Moreschi columnista en el canal América, consultada por Convivimos, dijo al respecto que cuando una persona o familia atraviesa una mudanza se remueve todo su pasado.

Una mudanza es un duelo, además de un cambio y representa mucho esfuerzo para adaptarse a una nueva situación y entorno. También, implica hacer limpieza y remover elementos que rodean y forman parte de la vida cotidiana pasada y presente. Florecen recuerdos, álbumes de fotos, se clasifica y se descarta la ropa.

Este proceso de desarmar una casa para rearmar otra es una manera de enfrentarse al paso del tiempo. Por lo tanto, una mudanza genera ansiedad y estrés “esto último es la velocidad de desgaste del organismo ante algo nuevo”. En algunos casos angustia, melancolía y, en extremo, depresión.

El viernes 16 de noviembre, a las 9 de la mañana, irrumpieron en la casa de Raúl Cordomi y su pareja toda una legión de trabajadores cargados con cajas de cartón, papel para envolver, mantas y ese “fabuloso invento que es el papel plástico de burbujas”.

Alrededor de las 15 horas de ese día el aspecto de todo el departamento era “escandaloso”, montones de cajas de distintos tamaños, apiladas, a la espera de ser acarreadas hacia el nuevo hogar. “La noche del viernes al sábado, la única cosa que estaba entera en la casa era nuestra cama, pues tuvieron la gentileza de no desarmarla hasta el día del traslado”, recuerda Raúl alzando sus cejas con hastío.

Y el día de la mudanza llegó. “A pesar de la dedicación y paciencia de mi compañera, la jornada fue extenuante”, confiesa Raúl y dice que los únicos adjetivos que le vienen a la mente al recordar aquel día del traslado son tensión, ansiedad, angustia, fatiga y agotamiento, todos ellos unidos a varios dolores que les recubrían todo el cuerpo.

Mudarse con hijos

Para los niños también es difícil el proceso de una mudanza. Ellos también experimentan nuevas emociones frente al cambio de escuela, amigos, un nuevo lugar y hogar. “Para los más pequeños su casa es todo. Están apegados a sus cosas y su lugar es el mundo que conocen. Entonces, mudarlos es cambiarles el mundo y ellos no tienen la experiencia suficiente como para saber qué pasará después”, explica la doctora Moreschi también miembro y docente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)

Por lo tanto, es aconsejable, en primer lugar, “hablar mucho del asunto y hacerlos participar. Son fundamentales los objetos que aman y a los que se sienten ligados, deben ser los primeros en aparecer en la nueva casa y deben tener un lugar preferencial”, recomienda la doctora Moreschi y considera que asegurarles que quedaran ligados a sus amigos de la casa anterior y, si es posible, invitarlos a la nueva a quedarse a dormir es otra manera de ayudar a los hijos a pasar por este proceso de cambio.

Luciana M. había contado, en una nota anterior, que crió a sus hijos en Tartagal, provincia de Salta, luego por el trabajo de su marido, se mudó con su familia por nueve meses a Buenos Aires, de donde son oriundos ellos, y en febrero de este año se instalaron en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut.

Actualmente, instalada en Comodoro, Luciana asume que los chicos tuvieron la facilidad de hacerse amigos muy pronto. Además, coincidió el traslado con dos matrimonios amigos de Salta, de la misma empresa de su marido, con quienes sus hijos esperaban encontrarse porque los hijos de ellos también formaban parte del grupo de sus “viejos” amigos del colegio y barrio anterior.

Adaptarse a los cambios

El factor económico no es tan importante para los más chicos, entiende la doctora Moreschi, sino los amigos y la posibilidad de participar que se les brinde en este proceso. “Todos sabemos como a veces los niños se enganchan con un juguete pequeño y sin valor y desestiman otro carísimo. De todos modos los chicos deberán pasar por un importante proceso de adaptación si el cambio es considerablemente distinto al lugar donde estaban viviendo”.

En este sentido, los chicos tienen que aprender que en la vida hay cambios para bien y para mal. “La capacidad para asimilar estos cambios les dará el nivel de tolerancia a la frustración, que es imprescindible para ser feliz. Un chico que nunca se ha frustrado, no tiene ninguna tolerancia y un pasaporte a la infelicidad de por vida”, conceptúa la doctora Moreschi.

La reubicación en otra provincia por cuestiones laborales, generalmente trae mejoras salariales y abre la posibilidad de futuros ahorros pero implica la separación de la familia extensa, abuelos, primos y tíos.

La distancia

Susana Castro cuenta que con su familia se mudaron varias veces debido al trabajo de su marido. Desde San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires, a General Madariaga, luego a Bahía Blanca, Río Negro y por último se establecieron en Llavallol, al suroeste del Gran Buenos Aires.

“Para mí fue estresante, sobre todo la primera vez, porque lo hice con una bebé de 2 meses y a muchos kilómetros de mi casa y mi familia” –confiesa Susana y recuerda- “nos mudábamos con lo justo y necesario, con el ánimo de volver (por lo menos yo) ya que nuestro departamento quedaba medianamente armado y alquilábamos una propiedad en el lugar de destino”.

Susana cuenta que el motivo de sus mudanzas fue siempre económico. “Mejorar el porvenir aprovechando las oportunidades laborales y de nuestra juventud”. En aquellos años se pagaba mejor sueldo en el interior y la posibilidad de ahorrar era mayor. Sin lugar a dudas nuestra posición económica mejoró a raíz de esos cambios”, admite Susana.

También, Susana recuerda que la visita de los abuelos, un par de veces al año, era motivo de alegría. Pero no se pudo evitar el alejamiento de los primos y el trato de cercanía no se recuperó más. “No tengo dudas que los chicos se adaptan a todo, siempre que estén con los padres. Creo que los hijos, cuando son chicos, están unidos al vínculo familiar y no a los sitios”, afirma Susana.

Es cierto que los más chicos se adaptan más fácil que los adultos a los cambios y que una mudanza será un episodio desestabilizante para una persona de acuerdo al grado de flexibilidad que tenga. Cuánto más rígida y con resistencia al cambio más dificultad se tendrá para atravesar un proceso de cambio. La ansiedad y el estrés es común en esos momentos y solo empeoran estos estados de ánimo en aquellas personas que cuentan con una disposición personal previa.

La doctora Moreschi admite que en los casos que las mudanzas se dan por ruptura familiar (separación de los padres, por ejemplo) las circunstancias son más difíciles porque este cambio está íntimamente ligado a cómo se lleva a cabo esa separación. En este sentido, es conveniente “no hablar mal del otro progenitor frente a los niños, asegurarles que lo verán seguido, a pesar de la distancia, y que podrán comunicarse con él cuando lo deseen y mostrarles que en cada casa hay un lugar para ellos”.

Pensando en el bolsillo

La decisión de cambiar de casa y de lugar ocurre porque hubo o se busca un crecimiento económico debido a una mejora laboral de algún integrante de la familia o por lo contrario, existe la necesidad de recortar gastos y se opta por alquilar una propiedad más pequeña o se vende la casa para hacer una diferencia de dinero y saldar alguna deuda.

También, en un país donde aún esta fresco el recuerdo del corralito, algunos le temen a los bancos y consideran una opción más segura invertir sus ahorros en ladrillos y adquieren propiedades de mayor valor como el caso de Jorge V., divorciado y actualmente residente en Neuquén, que decidió mudarse a sus 65 años, luego de jubilarse, porque “evaluó el tema desde el lado económico y el resultado fue que lo consideró una excelente inversión”.

En consecuencia, todo cambio implica un nuevo desafío y como decía la canción Otra vez cambio de casa: “Gira, gira, gira, gira que siempre vuelve primavera”.


Hablemos de la mudanza

La distancia genera, en los niños y también en los adultos, dolor por esa separación y repercutirá en mayor o menor grado de acuerdo a la ligazón que hayan tenido con la familia extensa. Es importante crear nuevas redes sociales en el nuevo lugar y organizar por ejemplo una merienda para los mas chicos, una ronda de mate para los mas grandes o una cena donde todos colaboren y formar parte de este nuevo barrio o comunidad.

Cada situación familiar es distinta, por lo tanto, cada mudanza se da por distintos motivos. A pesar de que muchas veces es buscada y anhelada, se genera un alto nivel de estrés porque se conjugan ilusiones y expectativas nuevas pero también hay temores que pone a prueba a toda la familia y en particular a la pareja.

Se discuten y proyectan muchas cosas relacionadas al dinero, al lugar y qué significado tiene para cada integrante de la familia. Es aconsejable hablar mucho sobre lo que significa mudarse para cada integrante de la pareja y en el caso de las familias también es recomendable hacer participar a los hijos y sobretodo crear un tiempo, en todo ese alboroto, para escucharlos.

Mudarse con mascotas

Una mudanza puede ser tan estresante para los animales como lo es para las personas. Para que su perro o gato no la pase tan mal, durante el tiempo que llevará la mudanza, trate de mantener los programas de ejercicio y alimentación lo más estricto posibles y brindarles la misma cantidad de atención y afecto como siempre lo hace.

Qué hacer antes de mudarse:

• Pida a su veterinario copias de los certificados médicos y vacunas de su animal.

• Compre chapas de identificación con su nueva dirección. Muchas mascotas suelen extraviarse los días de mudanzas.

• Si viajará en avión, lo ideal es un vuelo directo. Deberá averiguar cuáles son las reglas de la aerolínea al momento de transportar mascotas y qué tipo de contenedor necesitará para trasladarla.

• Si viajará por tierra y el viaje tomará más de un día, asegúrese de reservar hoteles que acepten mascotas. Y hable con su veterinario para que le recete unas gotas contra el mareo y los vómitos.

El día de la mudanza, su mascota se sentirá nerviosa por el movimiento. Entonces, la mejor solución será que un familiar o un amigo lo cuide hasta que se haga toda la carga y descarga de los objetos. Si usted no tiene a alguien que lo pueda tener, mantenga a su mascota en una habitación pequeña, tal vez el baño, junto a suficiente comida, agua, una caja de arena (si tiene un gato) y algunos juguetes favoritos. Puede pegar un cartel que diga “no entrar” en la puerta para que la mascota no se escape accidentalmente.



Nota publicada en Revista Convivimos // Autora: Natalia Yanina Vázquez

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