6 ene 2015

El Pánico


Pintura de Modigliani
Mariana López es abogada y mamá de dos niños de 8 y 6 años. Comenzó con los ataques de pánico en la universidad luego, con el tiempo y con ayuda psicológica, logró superar el miedo y la angustia.

Ella recuerda que siempre tenía la sensación de que algo malo iba a ocurrir. “Si está todo bien, los nenes están bien, saludables. Ellos juegan, se ríen, se pelean, se divierten”, pensaba y se preguntaba: “¿Por qué no me puedo contagiar de esa alegría y disfrutarlos plenamente? ¿Por qué en mi cabeza me invaden oscuros temores tales como: ¿Y si me enfermo y no puedo seguir cuidándolos o disfrutando de ellos?”.

Y así comenzaban las sensaciones. “Tiemblo. Tengo frio. Mis manos están heladas, también mis pies que lentamente se me van humedeciendo. Y tiemblo. Me angustio. Necesito levantarme, caminar, salir. Me falta el aire. Siento como si una mano siniestra me oprimiera la garganta. Y lucho, consciente de que este temor es producto de mi imaginación. Respiro hondo y exhalo. Vuelo a respirar hondo y vuelvo a exhalar. Me hiperventilo ¡La puta madre!”, no logra calmarse. Pero sabe que tiene que hacerlo. Los nenes están ahí. Él, su amor, su papá, también está ahí. Cree que él sabe pero no la mira, no le pregunta, la ignora para no molestarla y ella también se hace la distraída y se ocupa con alguna tarea doméstica.

Mariana se levanta a lavar los platos, ordena la cocina y luego va al baño. Se mira al espejo y nota que han pasado los años en su piel, en su pelo, pero no en sus ojos que se ven muy tristes, empañados. Y llora. Se le cae el pelo y vuelve a preocuparse por su salud, siempre pensado de manera negativa. Respira hondo, exhala. Una vez más. “Tengo que volver y mantenerme firme y fuerte. Son sólo diez minutos”, se concientiza. Pero sus palpitaciones continúan aceleradas. Una vez más, respira hondo y se lava la cara con agua fría, se moja las muñecas y la nuca. “Ya pasa ¡Vamos, vos podes, siempre pudiste!, se alienta.

Listo, ya pasó. Vuelve a la cocina, sonríe y es nuevamente ella, Mariana, la mujer fuerte que lucha día a día por vivir feliz y tranquila. Pero también arrastra a aquella otra mujer que ahí está escondida bajo su propia sombra que llora y tiene miedo. Es una niña que aún necesita consuelo.

¿Qué es el ataque de pánico?

Según el doctor Enzo Cascardo, Director del Centro de Investigaciones Médicas de la Ansiedad (Centro IMA),  la crisis o ataque de pánico es la aparición repentina de miedo intenso, acompañado de algunos de los siguientes síntomas: palpitaciones, o aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores o sacudidas musculares, sensación de ahogo o falta de aire, sensación de atragantarse y opresión en el pecho, entre otros. “Además, deben irrumpir de modo brusco, alcanzando su máxima intensidad en los primeros 10 minutos aproximadamente, para luego decrecer en forma rápida”, explica el doctor Cascardo.

La persona cree estar teniendo una enfermedad física, motivo por el cual comienza una ronda de consultas por distintas especialidades médicas, con la expectativa de encontrar una causa orgánica que explique los síntomas que padece. Visita al clínico, al cardiólogo, al neurólogo, al endocrinólogo. El Director del Centro IMA explica que en cada caso se llevan a cabo distintos exámenes, análisis, radiografías, incluso tomografías computadas y la respuesta suele ser siempre la misma: "usted no tiene nada, son sus nervios".  Afortunadamente, en los últimos años, los médicos están más orientados para  diagnosticar el  Trastorno de Pánico y orientar así a sus pacientes hacia una derivación correcta.

Miedo de tener miedo

Si el trastorno de pánico no es tratado adecuadamente, la persona que lo sufre suele restringir cada vez más sus actividades fuera de su casa. Resulta habitual que ya desde el principio de la evolución, se evite el uso de trenes, colectivos y subtes, así como el ir solo por la calle, alejarse de su casa, o concurrir a lugares cerrados o con mucha gente, como cines, teatros, shoppings, etc. Luego puede ocurrir que resulte muy atemorizante incluso el quedarse en su casa solo, sin compañía. En casos extremos pero no excepcionales, ha habido personas que no han salido de sus hogares por meses, o incluso años.
En muchos pacientes, las crisis hace ya mucho que no ocurren, pero persiste un intenso temor de que reaparezcan: se ha instalado el miedo al miedo. Es decir, el miedo a tener miedo como consecuencia de un ataque de pánico.

¿Es posible la recuperación?

Absolutamente. El tratamiento es altamente efectivo y se compone de la Terapia Cognitivo-Conductual y el Tratamiento Farmacológico correcto.

El Tratamiento

El tratamiento correcto lleva a la recuperación de la vida normal. El tiempo que demanda alcanzar esta mejoría es variable, pero la gran mayoría de los pacientes comienzan a recuperarse entre los dos y cinco meses de comenzado el mismo, siempre y cuando no coexistan otros factores patológicos que compliquen el cuadro.