10 ene 2007

- OPINION - Periodista: La profesión desvalorizada



¿Por qué existen tantos fulanos que se hacen pasar por periodistas? ¿Por haber "leído mucho" (permítame la expresión) a Borges, Cortázar o Walsh? ¿Por qué cierta fulana puede escribir sobre modas siendo modelo de pasarela internacional? ¡Hasta dirigentes políticos y ex-funcionarios son contratados por los medios como periodistas!

Seguramente, la mayoría de los habitantes de este país pensaría que sería una falta de responsabilidad que un grupo de inversionistas, no médicos, instalen un sanatorio y se dediquen a curar, porque leyeron las proposiciones de René Laennec y aprendieron a utilizar uno de sus inventos, el estetoscopio, o sin ir tan lejos, leyeron por interés la bibiografía completa de Juan Ramón Beltrán.

¿Tendrá algo que ver eso de "mi hijo el doctor" que una profesión tiene más prestigio que otra? ¿Será que todos se confunden como mi abuelo cuando decía que le había ido a comprar el diario al periodista de la esquina, refiriéndose al canillita? ¿Tenía razón entonces mi padre cuando decía que si la carrera de periodismo tenía la misma cantidad de años que medicina, por qué no estudiaba para médica?

Ayer me avisaron que en una revista estaban buscando "gente para escribir notas", léase en mi cabeza: periodistas.

- ¡Qué bueno!-, pensé. -¿Sobre qué temas hay que escribir?-, pregunté.
- Es libre, lo que quieras-, me dijeron.
- Ah bien ¿Y cuánto pagan la nota?-
- No, no se paga. Solo te la publicamos con tu nombre -.
- ¿Por qué no se paga? Si llaman a un plomero, ¿También le dicen no le pago, grabamos su nombre en el caño que nos arregló?

Se que mi ejemplo es exagerado e irónico pero los que consideran que periodista puede ser cualquiera, hacen un mal periodismo y, en todo caso, engañan la buena fe con que el público busca información en la prensa.

Javier Restrepo escribe en la página de "La Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano" (FNPI) que convertir esta profesión en una estación de paso o en un refugio de fracasados no le hace bien al periodismo; por el contrario, le da al periodista la apariencia de un oportunista que se aprovecha de la buena fe del público. Esta imagen hace del periodismo una institución poco fiable porque hace sentir a los lectores que son objeto de la manipulación del interés de turno: unas veces los políticos, otras veces los gobiernos, casi siempre los anunciantes.

Restrepo explica que el periodismo es otra cosa: "supone una relación de independencia respecto del poder y de los intereses individuales; se define por su dedicación total a lo público, implica la entrega de toda la capacidad personal a la tarea informativa, mirada como el servicio específico del periodista a la sociedad".

Para terminar, la cito a Margarita Riviere, periodista del Grijalbo, Barcelona, quien opina que nunca se insistirá bastante en que el periodista auténtico es un ser humilde, poco amigo de figurar, un héroe oscuro de la vida cotidiana capaz de no desfallecer en explicar la realidad, aún a costa de importantes sacrificios y renuncias personales. Las redacciones de los diarios están llenas de estos personajes cuyo nombre, cuyo rostro, jamás entrarán en el star system. Alguien ironizó diciendo que por sus venas circulan la nicotina y la cafeína mezcladas con la historia. Este suele ser el retrato del verdadero periodista, que nadie conoce en su particular aventura cotidiana.


Texto: Natalia Vázquez
Enero de 2007