13 mar 2013

COMO SER FELIZ - Por Natalia Yanina Vázquez




La creencia general es que la felicidad se consigue al obtener algo que falta: un hombre, una mujer, un auto o una casa. Pero según los estudios de la psicología positiva la felicidad se construye al conjugar las emociones, los vínculos sociales, los logros y el amor en todas sus manifestaciones.

“Consciente de que la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental” y “reconociendo la pertinencia de la felicidad y del bienestar como objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo”, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó, este año, al 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad.

Pero ¿Se puede ser feliz y construir la felicidad? Si las necesidades básicas están cubiertas –según Aristóteles- se puede afirmar que la felicidad no tiene que ver ni con el dinero, ni con el éxito. La felicidad se construye en función de vivir poniendo en juego las diferentes áreas que el psicólogo norteamericano Martin Seligman denominó PERMA”.

Viviana Kelmanowicz psicóloga y psicopedagoga, profesora titular de “Intervenciones en Psicología Positiva” de la Universidad de Palermo explica que el PERMA (acrónimo en inglés) resume: P: Emociones positivas. E: (Engagement) Compromiso. R: Relacioones, vínculos sociales. M: (Meaning) Tener una vida con significado y A: (Accomplishment) Realizaciones, logros.

Asimismo, la psicóloga advierte que el amor es la emoción que condensa a todas las demás emociones positivas (gratitud, orgullo, serenidad, etc.) por lo tanto, se puede afirmar que experimentar amor en cualquiera de sus formas (romántico, fraternal, espiritual, maternal y otros) incrementa la felicidad.

Sin dudas, la maternidad y ese primer vínculo con el recién nacido es uno de los momentos que toda madre revive con mayor bienestar. Romina Hernández (37) cuenta que su primer bebé se adelantó 1 mes y por eso no pudo tenerlo con ella en la habitación del sanatorio. “Lautaro estuvo 2 semanas internado en neonatología y recuerdo que recién a los 5 días de nacer los médicos me permitieron ponerlo en mi pecho. Ese fue un momento hermoso, emocionante y de plena felicidad, que aún hoy se me estremece la piel al contarlo”, manifiesta Romina.


La felicidad es heredable y estable


Sonja Lyubomirski en su libro “La ciencia de la felicidad” (en un estudio que incluye 225.000 adultos) sostiene que el rango en que se experimenta la felicidad es en un 50 por ciento hereditario, sólo el 10 por ciento está definido por las circunstancias que se atraviesan (dinero, casamiento, soltería, trabajo, etc.) El 40 por ciento restante se debe a la actividad deliberada que cada uno realiza en busca del bienestar, en función de lo que cada persona haga. Es decir, que todos tienen un 40 por ciento de posibilidades de guiar su actividad en forma intencional para producir mejores estados de ánimo o mayor felicidad.

En este sentido, Viviana Kelmanowicz consultada por Convivimos explica que las personas poseen una capacidad notable para habituarse a cualquier cambio positivo en su vida, por eso se habla de “habituación o adaptación hedónica” a las emociones positivas. En consecuencia, según la lógica, no se puede lograr que las personas sean muy felices para siempre, porque cualquier aumento de la felicidad será temporal y a largo plazo, regresan a su nivel de bienestar original o de “referencia” (ese 50 por ciento genético) por eso se explica que cuando alguien obtiene algo que deseaba con ansias no suele provocar un estado de felicidad eterno, sino efímero.

La felicidad se construye


“Entonces, la clave de la felicidad no consiste en cambiar nuestra constitución genética -algo imposible- ni en cambiar nuestras circunstancias –por ejemplo buscar tener más dinero-, sino en nuestras ‘actividades deliberadas’ de todos los días que tienen efecto sobre nuestro nivel de felicidad” -afirma Kelmanowicz y expone- “la felicidad depende del accionar de cada persona. Es necesario que los adultos desarrollen una ‘actitud’ intencional y activa hacia la búsqueda de la felicidad y es ‘responsabilidad’ de cada persona adulta promover el diseño de contextos favorecedores de afectividad positiva, para que los niños sean proclives a desplegar, en el futuro, una búsqueda activa hacia el ‘bienestar subjetivo’ porque “la felicidad no se encuentra, se construye y se crea”, remarca la profesional.

Según los profesores en psicología estadounidenses Edward Diener, Steve Sandvik y William Pavot el “bienestar subjetivo” implica un balance del efecto positivo frente al negativo y por ende, una vivencia de felicidad. Esa sensación de bienestar es experimentar emociones positivas en un mayor porcentaje de tiempo, respecto al que sentimos emociones negativas, formando un círculo positivo de retroalimentación.

Maria del Carmen Ibañez (84) dice que, a su edad, tiene un gran número de recuerdos felices pero que, actualmente, lo que la hace sentir bien es “ver crecer a sus plantas” y no solo las que cultiva en su propio jardín –que parece un cuadro de Monet- sino a los plantines y gajos que hace para sus nietas. “A Valeria, la mayor, le planté dos hermosos jazmines celestes y unas campanitas trepadoras blancas que hoy están inmensas y embellecen su parque. Esa es mi manera de brindar amor y me da mucha felicidad ver como han crecido y las han cuidado. Es una manera de estar con ella y permanecer”, expresa con ternura María.


Paraíso e Infierno


Viviana Kelmanowicz como miembro titular también de la Asociación Internacional de Psicología Positiva explica que sentimos lo positivo, tanto como lo negativo. “Paraíso e infierno”. Los estudios dicen que aquellos que más intensamente sienten lo negativo, experimentan con igual intensidad lo positivo. “La clave está entonces -confía Kelmanowicz- en aumentar la frecuencia de lo positivo, de las experiencias y vínculos efectivos y no en intentar eliminar lo negativo, básicamente porque es imposible”.

La psicología positiva tiene como foco no sólo ayudar a las personas a superar sus problemas (objetivo de las terapias tradicionales) sino, y básicamente, focalizarse en sus fortalezas, en aquello que hace sentir a las personas realizadas, en paz y armonía con los otros. Abraham Maslow y Carl Rogerts fueron los que establecieron las bases del bienestar psicológico, de la felicidad y trabajaron sobre los aspectos objetivos de las personas como el amor, la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la resiliencia y Martin Seligman el que aunó todos esos esfuerzos en lo que denominó “psicología positiva”.

Y así se entiende que la “inteligencia emocional” (la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos) es fundamental. No se puede evitar la tristeza, la decepción, la desilusión ni el dolor. No se pueden evitar los duelos. El estado de ánimo de cada persona va a depender momentáneamente de lo que le suceda. “Los hechos nos acontecen”.

“Lo importante es qué hacemos con lo que nos ocurre” –revela Kelmanowicz- “Cómo estos hechos pueden influirnos”. Es decir, cómo y en qué medida los acontecimientos de la vida afectan el ánimo y la calidad de vida de los individuos. Entonces, dependerá de esa fracción genética pero también de ese 40 por ciento de actividad intencional, que se puede generar en la vida y, como adultos, enseñarles a los hijos.

“A mi terminar de leer un libro me da placer” -cuenta Gisela Barros (39) y relata- Martín, un amigo entusiasta por la literatura, que cursa talleres literarios y que espero, algún día, edite y publique sus cuentos, me regaló un libro de Pablo Ramos, crudo, intenso y cuyos cuentos me llegaron a las vísceras, más que al corazón y que terminé en 3 días. Eso me puso feliz”, relata Gisela quien recuperó un hábito que había abandonado.


Saborear, Fluir y Atención Plena


Entre las premisas que propone practicar la psicología positiva como entrenamiento para lograr el bienestar y la felicidad están: El saboreo relacionado con el aprecio de la belleza, la excelencia, la capacidad de admiración y el asombro.

También el “fluir”: la posibilidad que tenemos de abstraernos de todo y entregarnos, al menos por un momento, a aquellas actividades que no tienen otro objetivo más que el placer de hacerlas. El psicólogo y sociólogo croata Mihaly Csikszentmihalyi define “fluir” como el momento en que funcionamos a pleno rendimiento y estamos concentrados en la actividad que realizamos.

Para que esto ocurra, el psicólogo cree que es necesario que haya un equilibrio entre nuestras habilidades y los desafíos a que nos enfrentamos. Por ello, el peor acoso laboral es impedir la posibilidad de fluir, ya sea a través de tareas demasiado fáciles, que nos llevan al aburrimiento, o a través de tareas demasiado complicadas, que nos provocan estrés.

Y por último esta lo denominado Mindfulness o “atención plena” esto es aprender a centrar la mente de forma consciente en la experiencia del presente, del aquí y ahora. Y hacerlo como observadores sin prejuicios, sin emitir juicios. Algo así como aprender a centrarnos en el presente sin poner etiquetas, sin pensar "esto no debería ser así", "no me debería sentir así". Simplemente recibiendo el presente lo que existe, la experiencia tal y como es.

En definitiva “saborear” las cosas placenteras de la vida, “fluir” en la práctica de aquello que nos da verdadero placer y conectarse con suma “atención” y plena conciencia con “este presente”, sin prejuicios, dándole el tiempo y el espacio que merece es una forma de emprender el camino para acercarse a la felicidad.

Entrenamiento para ser feliz


Algunos consejos que la psicóloga Viviana Kelmanowicz enumera de la Psicología Positiva para alcanzar el estado de felicidad:

 Actos de amabilidad: Recordar algún momento en que uno haya actuado de manera generosa y amable y en los que se sintió satisfecho. Visualizar la respuesta del receptor de la actuación y la sensación que se experimentó. “Saborearla”.

 Placer y significado: Llevar un registro, por 2 semanas, de las actividades cotidianas y tomar el tiempo que le dedica a cada actividad. Armar una tabla que indique cuánto significado y cuánto placer le provee cada actividad y la cantidad de tiempo que le dedica. Evaluar si se está satisfecho con el resultado.

 Preguntarse qué le provee a la vida de significado. Qué brinda esa gratificación emocional que uno necesita para sentirte bien consigo mismo.

 Desarrollar habilidades nuevas. Proponerse aprender cosas nuevas.

 Cultivar las relaciones: conectarse, llamar o verse con aquellas personas con las que no uno se encuentra por falta de tiempo o por la inercia de la vida. Incrementar la intensidad de los vínculos.

 Contar bendiciones: pensar las tres mejores cosas que le pasaron en el día, llevar un racconto de lo bueno que le pasó (desde lo más pequeño hasta lo más grande) y agradecer por eso.

 Agradecer: pensar en aquellas personas a las que por su impacto en tu vida, uno desea agradecerles. Escribirle una carta contándoles por qué fueron importantes para uno, en qué ayudaron, qué le brindaron a uno, etc.

 Compromiso: Comprometerse con sus objetivos.



Nota publicada originalmente en la revista Convivimos/Autora: Natalia Yanina Vázquez

21 feb 2013

Nuestro hijo no quiere dormir solo - Por Natalia Vázquez

La importancia del contacto físico entre la madre y su bebé y de acudir a las demandas de su llanto. Laura Gutman explica por qué algunos niños no concilian el sueño sin sus padres y habla sobre el “dolor de la espera”. Dormir con mamá y papá.

La Teoría del Apego expuesta en los artículos de John Bowlby, de 1958 explica que el estado de ansiedad o temor de un niño está determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto. El “apego” proporciona seguridad emocional, ser aceptado y protegido incondicionalmente y  resalta la importancia del contacto continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad ante sus demandas.
En este sentido Laura Gutman, consultada por Convivimos, autora de varios libros sobre infancia, maternidad, paternidad y sobre la metodología de construcción de la “biografía humana” enfatiza sobre el dolor de la espera: “Si los niños deben esperar demasiado tiempo para encontrar el confort  en brazos de su madre,  se aferrarán con vigor a los pechos, mordiendo, lastimando o llorando, apenas tengan acceso al cuerpo materno.  El miedo será la principal compañía, porque sabrán que la ausencia de la madre  volverá en cualquier momento a devorarlos”.
Asimismo,  Gutman destaca la importancia del sueño y propone con ironía “hacer un campamento en el living con padre, madre, hermanos, perro y hasta el hámster, si es necesario, para poder dormir”. También, se siente extrañada cuando las personas grandes se asombran tanto con hechos sencillos que los niños entienden perfectamente bien.
“Los seres humanos somos mamíferos” –dice la escritora y amplía- “Es decir, que necesitamos estar pegados al cuerpo materno o a los de otros miembros de la manada, hasta que estemos suficientemente seguros y capaces de enfrentar a los depredadores”.
Así, Laura Gutman opina que los niños tienen razón en reclamar contacto físico ya que son totalmente dependientes de los cuidados maternos. Tienen conciencia de su estado de fragilidad y hacen lo que todo niño sano debe hacer: exigir cuidados suficientes para su supervivencia. “¿Hasta cuándo?” – pregunta la terapeuta y contesta- “Hasta que el niño no lo necesite más”.
“A mi nene, de noche,  lo acostamos con nosotros en nuestra cama y, cuando está profundamente dormido, lo llevamos a su cuna. Tanto el papá como yo optamos esta rutina porque varias veces intentamos dejarlo dormir solo pero lloraba y se angustiaba mucho”, cuenta María Eugenia Trabucco de 26 años, mamá de Ciro Nicolás de 2 y agrega que al pasarlo a su pieza sigue durmiendo hasta el día siguiente.
Dormir en la cama con mamá y papá
En Asia, a diferencia de los americanos y europeos, la modalidad habitual de crianza es compartir la habitación y aún la cama con los hijos, sin que ello sea vivido como un problema, según las investigaciones de doctores estadounidenses publicadas en “Colecho: en el contexto de las prácticas y problemas del sueño en los niños de Japón y Estados Unidos”.
            Sin embargo, un grupo de médicos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) explica en el artículo “Trastornos del sueño en niños sanos”, divulgado en la web,  que “el colecho – dormir en la cama con los padres u otro adulto- es un factor que está relacionado con una mayor prevalencia de perturbaciones en el descanso de los hijos.
Esta afirmación se basa en una investigación que se realizó en 203 niños controlados en el Sector Salud Infantil del Servicio de Pediatría del Hospital Nacional Profesor Dr. Alejandro Posadas, en la Provincia de Buenos Aires, que demostró que de los que compartían la cama con un adulto (colecho) - sólo el 12,3% o sea 25 niños y niñas del total consultado- el 64% presentaban dificultades para dormir (16 de 25 niños).
De todas maneras, el texto también resalta que otros autores no encontraron asociación entre el colecho y los trastornos del sueño y mencionan además, el caso de Japón donde los padres acostumbran a dormir con sus niños sin asociarse esta modalidad “per se” a tales perturbaciones. Asimismo, se excluyeron situaciones específicas que comúnmente alteran el sueño y el comportamiento de los hijos como la “crisis la familiar actual” que abarca el fallecimiento de un pariente directo, las mudanzas, la separación o el divorcio de los padres y la pérdida de trabajo paterno o materno.
Por otro lado, en la página de la organización argentina Sindrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL) bajo la responsabilidad del Dr. Alejandro Gustavo Jenik se informa que los peligros del colecho son: elementos peligrosos en la cama para la vida del bebé (almohadas, edredones, etc.), dormir en un sofá, adultos fumadores, papás muy extenuados con sueño muy profundo, producto del cansancio, del consumo de alcohol o de drogas, que les impida despertarse si el bebé está en peligro.
Despertares nocturnos
Lorena Del Valle (37), mamá de Lautaro de 4 y de Julia de 2 años, comenta cómo su amiga Ana, duerme a su hija de 2 años sola en la cuna y con la luz apagada. “Estábamos cenando en su casa y el llanto de la nena se escuchaba cada vez más fuerte pero Ana le señalaba que `lloraba 10 o 15 minutos y que luego caía rendida de sueño`” cuenta Lorena.
            Esa practica se popularizó en Boston, Estados Unidos y nace del denominado Método Ferber, que posteriormente fue adaptado por el médico catalán Eduard Estivill en el libro “Duérmete Niño”, una técnica conductistas que propone de a poco dejar que el bebé llore en su cuna, cada vez mas minutos, hasta que “aprenda a dormirse solo”.
Ana no fue la primera persona que le sugirió a Lorena no dormir a su bebé en brazos, ni en la cama con ella. Ella recibía varias recomendaciones de abuelas, tías y hermana mayor tales como “lo vas a malcriar a ese bebé si lo tenés tanto tiempo a upa” o “ponelo en el cochecito” o “que no se te duerma en la teta sino te la va a usar de chupete” que las sentía como una “presión” que le “anulaban ese sentimiento e instinto materno”.
            Alejandra Marina Mercado, médica de familia, nacida en Córdoba pero instalada en Nequén con su esposo Guillermo y sus 5 niñas, dedicada a su trabajo en el Centro de Salud de Valentina Norte, un barrio periférico de la ciudad y a la docencia como integrante de la Comisión de Lactancia Materna de la Sociedad Argentina de Pediatría advierte, en su página web www.dardemamar.com, que las mamás deben saber que los bebés que maman, por lo general toman más seguido que los alimentados con leche de otra especie.
Precisamente, la médica especialista en lactancia explica que la leche materna es muchísimo más fácil de digerir y asimilar, por lo tanto muchos bebés que maman necesitan las tomas nocturnas, sobre todo porque es durante las noches cuando la producción de prolactina (hormona que estimula la producción de leche) es mayor”.
Además informa que existen otros motivos por los que los bebés se despiertan de noche y para explicarlo cita al doctor Carlos González, uno de los máximos exponentes en los países de habla hispana de métodos no conductivos autor, entre otros, de “Bésame mucho, cómo criar a tus hijos con amor”.
En los brazos de los antepasados
  Así cuenta que hace 50.000 años, cuando el hombre no tenía casas, ni ropa, ni muebles, separarse de su madre significaba la muerte “¿Se imagina a un bebé desnudo en el campo, al aire libre, expuesto al sol, a la lluvia, al viento y a las alimañas? ¿Sólo durante ocho horas, mientras su madre "trabaja" recogiendo frutas y raíces? Ni siquiera una hora podría sobrevivir en esas circunstancias”.
En los antepasados, los bebés estaban las  24 horas en brazos, y sólo se separaban de su madre para estar unos momentos en brazos de su padre, su abuela o sus hermanos. “Hoy en día, cuando se pone al bebé en su cuna se sabe que no corre ningún peligro: no pasará frío, ni calor, ni se mojará, ni se lo comerá un depredador.
“Pero el niño no sabe todo eso” –dice el artículo del doctor Carlos González y compara- “los hijos, cuando nacen, son exactamente iguales a los que nacían hace 50.000 años. Así, ante la más mínima separación, lloran como si la mamá se hubiera ido para siempre. Más adelante, cuando empiece a comprender dónde está esa madre, cuándo volverá y quién le cuida mientras tanto, empezará a tolerar las separaciones con más tranquilidad”.
Acudir al llanto
            El autor y médico pediatra Gonzalez manifiesta: “Si cada vez que su hijo llora usted acude, le está alentando a ser independiente, es decir, a expresar sus necesidades a otras personas y a considerar que "lo normal" es que le atiendan. Eso le ayudará a ser un adulto seguro de sí mismo e integrado en la sociedad”.
Y concluye que a medida que el niño crece, se va haciendo más independiente. Esto no significa que pase más tiempo solo, o que haga las cosas sin ayuda. “La independencia consiste en ser capaces de vivir en comunidad, expresando nuestras necesidades para conseguir la ayuda de otros, y ofreciendo nuestra ayuda para satisfacer las necesidades de los demás”.
No quiere ni debe dormir solo. Por Laura Gutman
Los bebés que no están en contacto con el cuerpo de sus madres, experimentan un inhóspito universo vacío que los va alejando del anhelo de bienestar que traían consigo desde el período en que vivían dentro del vientre amoroso de sus madres. Los bebés recién nacidos no están preparados para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida.
Esta separación del cuerpo de la madre causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. No pasa nada si traemos a los niños a nuestra cama. Todos estaremos felices. Sólo basta con hacer la prueba para constatar que el niño se duerme entre sonrisas, que la noche es suave y que no hay nada que pueda ser contraproducente cuando hay bienestar. Lamentablemente las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad para comprender los pedidos de nuestros hijos  que  son inconfundiblemente claros. 
Circula  socialmente la idea que satisfacer las necesidades de un bebé los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado, ya que en la medida que no dormimos cuerpo a cuerpo con los niños, ni los tocamos, ni los apretamos ellos van a reclamar más y más.  Pensemos que el “tiempo” para los niños pequeños aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente.


 Autora: Natalia Yanina Vázquez
Nota publicada originalmente en la revista "Convivimos".

30 oct 2012

DESPUES DE LA SEPARACIÓN - Por Natalia Y.Vázquez

Divorcio
(autoria de El arte de la estragegia)
El divorcio o la separación es un proceso de duelo, ya que entraña la pérdida del vínculo conyugal. Perder lo que amamos y experimentar dolor por esa realidad es parte de la existencia humana y cambia nuestro modo de estar en el mundo, generando incertidumbre sobre cómo continuar en este nuevo espacio, pero también puede convertirse en una posibilidad de cambio y crecimiento si la angustia por la separación se atraviesa saludablemente.


La ruptura del matrimonio es una circunstancia con características ambiguas: es dolorosa para todos los integrantes, pero al mismo tiempo es la solución del cotidiano malestar de la pareja, en ese vínculo donde los hijos suelen ser quienes más sufren.

Carla Cirelli (38) docente y empleada administrativa se separó hace 1 año de su marido, luego de 13 años de matrimonio. Desde el principio les dijeron a sus dos hijos, Ulises (11) y Franco (8), que papá y mamá no podían vivir más juntos, porque se peleaban mucho y ya no se amaban como pareja. Por lo tanto, esa situación los estaba lastimando a los cuatro. “Ellos lloraron mucho, en particular el mas chico, pero el grande nos dijo que era mejor porque se sentía mal cuando nos veía pelear”, reveló Carla.

Sonia Cesio, psicóloga clínica y docente en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), consultada por Convivimos explicó que los niños ya han presenciado a los padres peleando con frecuencia, también sienten ese enojo entre ellos y no saben muy bien qué hacer al respecto. “Generalmente, la pareja trata de disimular las desavenencias, pero los hijos están muy atentos a esos eventos de sus papás. Son como un termómetro que mide ‘la temperatura’ del ambiente en su casa y siempre saben cuando esta ‘alta’: eso significa que detectan los riesgos por venir”, contó la especialista.

Cómo explicarles la separación a los chicos

Es conveniente decirles a los hijos que hace tiempo que papá y mamá están “disconformes” con lo que hace cada uno de ellos, que cada día les produce mayor “malestar” y “enojo”; que además sienten “tristeza” por no estar contentos como antes y que por esos motivos, luego de pensarlo mucho, decidieron vivir separados.

Sonia Cesio, quien también es titular del sitio www.enigmapsi.com.ar, dijo que es preciso explicarles a los pequeños que después de la separación o divorcio, papá y mamá van a vivir en lugares diferentes, pero que no se van a separar de ellos (los hijos) sino que, de ahora en adelante, van a vivir en dos casas y estarán un tiempo con mamá y otro tiempo con papá. De ese modo, los van a ver a sus padres contentos y podrán hacer cosas divertidas sin enojos mediante. Algunos días será con papá y otros con mamá.

Gabriela López (36), guía y coordinadora Nacional de Turismo, que actualmente trabaja en un centro de Diagnostico por Imágenes en Adrogue, contó que su divorcio no fue de común acuerdo, sino que su marido la dejo por otra mujer, hace 6 años. “Hasta ese momento, la nuestra era una relación hermosa. Sin peleas ni desacuerdos. Éramos muy unidos. Jamás me expliqué qué pasó. Jamás entendí el por qué. Pero un día, el de mi cumpleaños, me dijo esa frase especial: ‘Estoy confundido, necesito tiempo’", relató Gabriela.

En ese entonces, sus dos hijos varones de 1 y 3 años no tuvieron una clara noción de lo que estaba ocurriendo porque ella también había quedado desconcertada. “De hecho yo me enteré que estaba con otra mujer por mi hijo mayor, que los había visto juntos”, reveló Gabriela irritada y contó que enseguida empezó terapia para asesorarse cómo explicarles a sus niños, de manera sencilla, que su papá ya no iba a vivir más con ellos.

“Fue muy doloroso, en particular con el mayor que en un primer momento lloraba mucho y pedía por su papá, luego tuvo, y aún hoy tiene, problemas emocionales, así que lo ayudan de manera alternada una psicóloga y una psicopedagoga, porque le habían diagnosticado depresión. En cambio, el más chico creció sin su papá presente y, hoy, lo ve como algo normal”, confesó Gabriela.

No es culpa de nadie, son cosas que pasan

Los niños pequeños desean la reconciliación de sus padres cuando el mensaje de la separación de la pareja parental fue confuso. Entonces, naturalmente, esperan que se aclare la confusión y todo vuelva a ser como antes; y alimentan la ilusión de tenerlos juntos otra vez. La psicóloga Cesio explicó que “si el mensaje es claro” se acaba esa ilusión, no de repente sino progresivamente.

Circunstancialmente, los chicos sienten que hicieron algo malo y que la separación es a causa de ellos. La mente humana (tanto infantil como adulta) recurre a mecanismos defensivos ante la angustia y el dolor, para aliviarlos. Esta sensación, en los niños está aumentada por “la indefensión propia de la edad”. Es más soportable sentir “que hice algo malo yo (el hijo/a)” porque eso se puede reparar y, entonces existiría la posibilidad de volver atrás y que todo sea como antes. No es algo pensado sino algo sentido.

“Conviene verbalizar todas las veces que sea necesario que no es culpa de nadie, que son cosas que pasan, a veces, entre las personas grandes que, en ocasiones, dejan de estar felices viviendo juntas. Además, recordarles a los niños que ‘nunca’ van a dejar de quererlos y que ‘siempre’ van verlos, cuidarlos, llevarlos a pasear, estar atentos a sus intereses, pero de una forma distinta a la de antes”, expuso la psicóloga y aclaró que eso es aplicable en parejas separadas en buenos términos.

En los matrimonios que atraviesan serios problemas y cierta violencia, es más complicado establecer acuerdos y brindar contención y, por lo tanto ciertas discordias dejan una marca muy dolorosa en la personalidad de los hijos. Lo saludable es poder superarlas con ayuda de los padres o de un psicólogo, según el caso.

La presencia de los padres y las visitas

Después de la separación de los papás, los niños se sienten solos, impotentes, profundamente tristes y hasta con rabia y enojo cuando lo adultos no los acompañan en esta experiencia que atraviesan. Entonces, según explicó la psicóloga Cesio conviene que los hijos “descarguen esos sentimientos” a través de juegos apropiados, “estimularlos” a hacer algún deporte y “estar cerca de ellos” hasta que la furia desaparezca.

Gabriela contó que su ex marido tiene otro hijo de 4 años con su actual pareja, que es la mujer por quien rompió el vínculo con ella. “La relación de esta señora con mis hijos no es nada buena ya que nunca aceptó ‘el combo’", irónizó Gabriela y explicó que por eso sus hijos se están alejando de su papá, a pesar de que ella lucha para que eso no ocurra.

Después de 6 años, Gabriela se volvió a enamorar y sus hijos están contentos y “aliviados”. El más grande había tomado la postura de “cuidador” y de "hombre de la casa". Ahora, en cambio, hay otra persona que cuida de mamá y ellos sólo cumplen el rol de hijos.

En el caso de Carla, el papá de los nenes, Alberto, todos los días los lleva al colegio, los retira y almuerzan juntos. Los jueves y los domingos se van con él y sábado por medio duermen donde él vive. “Somos totalmente flexibles y compartimos partidos en el club, reuniones del colegio, visitas al pediatra y cenamos una vez a la semana los cuatro juntos en nuestra casa”, contó Carla.

En este sentido, la psicóloga Cesio observó que los padres están preocupados sobre sus propios problemas y, también sobre el destino y bienestar de sus hijos. Entonces va a ser muy importante que se “arme un plan que puedan cumplir” respecto de las visitas.

Si el padre se fue, conviene que se vea con los hijos como mínimo dos veces en la semana y de algún modo similar al que tenía antes de la separación. Es importante que vaya a buscarlos a la escuela o a la práctica de deporte y que realicen salidas y paseos juntos. Además, también es bueno alternar los fines de semana entre cada uno de los padres. Si es posible, siempre conviene que haya flexibilidad para compartir el tiempo con los chicos.

Nota publicada originalmente en la Revista Convivimos

5 jul 2012

EVA GIBERTI - LAS VICTIMAS "CONTRA" LAS VIOLENCIAS

Por Natalia Vázquez (*)

Eva Giberti
Psicóloga, psicoanalista, docente universitaria, asistente social, Doctora Honoris Causa más una sobresaliente lista de premios y homenajes. Ejerció como periodista y escribió varios libros sobre adopción, derechos humanos, mujer y estudios de género, familia y violencias

“Ciudadana Ilustre de Buenos Aires” fue la distinción que le otorgó el Gobierno de la Ciudad en 2003 pero el galardón que mejor la define es el “Premio a la Dignidad” que recibió en 2002 por ser una mujer que a través de “su trabajo, sus luchas y su trayectoria de vida dignifica al género mujer”.



Su presencia es elegante y tierna. Su mirada es firme y constante en los ojos de quien le habla. Es ordenada en su discurso y elige minuciosamente cada término que utiliza para hablar. Los ademanes seguros de sus manos acompañan su voz sabia e intransigente en su amplio despacho, donde transcurre muchas horas de su día, cálidamente decorado con alfombras norteñas, recuerdos en fotos de familiares, amigos y colegas dentro de una vitrina y dibujos infantiles debajo del vidrio de su escritorio.


Parecía no disponer de mucho tiempo para la entrevista, por su ocupación, pero de a poco se distendió. Hubo solo un par de interrupciones telefónicas -de fiscales y abogados- y la entrada de su hija Vita Escardó quien trabaja junto a su madre en el Programa “Las Víctimas Contra las Violencias” del Ministerio del Interior de la Nación, coordinado por Eva Giberti desde Marzo de 2006, por designación del entonces Ministro Aníbal Fernández.

¿Cómo fue el encuentro con Aníbal Fernández?

Yo no lo conocía. Lo había visto, obviamente, en televisión, en su función de ministro del Interior. En febrero de 2006, me llamó al teléfono de mi casa la doctora Silvina Zabala (que en ese momento era Secretaria Nacional de Seguridad Interior y la mano derecha de Fernández) para decirme que el ministro quería hablar conmigo por pedido del presidente Néstor Kirchner, porque estaban preocupados por los temas de violencias. Fui a su despacho, lo conocí a Aníbal, un hombre muy enérgico y decidido, y me dice: “Miré Eva - y hace un gesto con la mano en su frente- estamos hasta acá de mujeres violadas y de violadores que no caen porque las mujeres no sostienen las denuncias. Quiero que usted con su equipo – me dice Fernández y yo no tenía ningún equipo, yo era docente universitaria- cuando ingrese una víctima de violación a la comisaría, antes de que hayan transcurrido veinte minutos, se hagan cargo de ella y la acompañen para que no tenga que hacer declaraciones”. Me explicó entonces que era necesario trabajar en una nueva ley de violencia familiar y le sugerí este tema de las brigadas.


¿Cómo armó estas brigadas?

Fue muy difícil crearlas. Porque al convocar a los profesionales para que trabajen con esas víctimas me encontré con egresados universitarios, que no tenían la más pálida idea de lo que era una mujer violada, ni un violador. Entonces, primero convoqué a profesionales por Internet. Recibí cinco mil curriculums pero a medida que empezaba a seleccionar, no encontraba gente que estuviera apta para trabajar con víctimas de violación ni que haya tenido contacto, más allá de haber leído y haber leído muy poco, porque tampoco es tema de lectura obligatoria en la facultad. Por lo tanto recurrí a las colegas que tenían un mínimo de experiencia en violencia familiar del Hospital Álvarez y conseguí que seis de ellas vinieran a trabajar conmigo. Antes de iniciar el trabajo e ingresar en las comisarías -porque ninguna universitaria quiere trabajar con la policía y confieso que para mi tampoco fue fácil ni me gustaba, yo soy madre de un ex preso político- iniciamos las técnicas psicodramáticas, para que la gente se entrenara en los distintos lugares de la víctima y de la profesional y de cómo iban a entrar en la policía. Esas técnicas no se usan en nuestras facultades de psicología pero si se usan en occidente. Así se entrenó y se formó al equipo y durante los tres primeros meses no se salió a la calle.

¿Cómo funciona la Brigada Móvil con las víctimas de delitos sexuales?

La Brigada Móvil interviene inmediatamente ante el llamado de la comisaría a la cual recurrió la víctima de violación y/o abuso sexual. Este equipo esta formado por una psicóloga y una trabajadora social, que se trasladan en un móvil policial hasta la comisaría (La comisaría tiene la “obligación” de convocar inmediatamente a la Brigada) Allí, las profesionales asisten a la víctima en el momento de hacer su denuncia, evitando cualquier interrogatorio innecesario, y la trasladan hasta el hospital para su atención. Es importante actuar rápidamente porque dos horas es el tiempo que tenemos para aplicar los retrovirales, un complejo preventivo de infección VIH, la llamada "píldora del día después" y además la atiende un médico de medicina legal. Posteriormente, la conducirán hasta la División de Individualización Criminal, donde podrá realizar la identificación del agresor mediante un identikit diseñado en computadora. A su vez, el proceso judicial continúa y, ante una ampliación de declaración o reconocimientos de fotografías para identificar al agresor, el Equipo que la asistió estará también allí presente. La acompañamos en todo momento. Como resultado puedo decir por ejemplo que, en 3 años, cayeron 3 violadores seriales debido a las mujeres que hacían la denuncia y por lo tanto se logró rastrear al sujeto.


Entonces, según sus estadísticas esta Brigada logró que las víctimas sostuvieran su denuncia.

Sí. En el primer trimestre de 2010 se realizaron un total de 3.131 colaboraciones en las diferentes comisarías de la Ciudad de Buenos Aires. Un 85 por ciento de las víctimas ratificaron su declaración ante el magistrado interventor. De modo que se esta cumpliendo con uno de los propósitos del entrenamiento de esta Unidad que reside en la conciencia ética para promover la identificación y localización del delincuente. Por lo tanto es preciso lograr la colaboración activa de la víctima manteniendo su denuncia.


¿Cómo fue su intervención con la brigada móvil contra la violencia familiar o el número de urgencia 137?

Yo llevo muchos años en esto y veía que la víctima iba a la comisaría y la mandaban de vuelta a su casa. Entonces, lo que había que hacer era ir a buscar a la víctima. Oficinas, escritorios y lugares para recibir a la víctima había muchos, pero no había gente que fuera a buscarla a su casa. Esto es lo novedoso del 137. Nosotros tenemos un call center que recibe el llamado de la víctima, de un vecino o desde hospitales, fiscalías y juzgados. En el caso que se tenga que ir a un domicilio particular, la Brigada interviene después que el patrullero de la comisaría de la zona se acerca a esa dirección para verificar si el equipo tiene las garantías de seguridad para actuar. La policía se hace presente en un auto no identificado como tal para evitar el alboroto en el barrio. Luego, nos presentamos inmediatamente con dos profesionales una psicóloga una trabajadora social y dos oficiales. Entonces, hacemos contacto con la víctima para serenarla y convencerla de que haga la denuncia. Se la traslada a la comisaría para que radique la acusación, para explicarle sus derechos y se inicia la búsqueda de un refugio, casa de algún pariente, para ella y sus hijos y se la lleva al hospital, si fuera necesario. La policía tiene la sencilla función de protegernos a nosotros, porque si nosotros entramos a ese domicilio puede ocurrir que nos tiren perros bravos, que haya un familiar del golpeador que quiera agredirnos o que el golpeador haya mandado a un amigo para seguir amedrentando a la mujer.

¿Cómo actúan cuando hay hijos en la casa donde ocurrió el hecho violento?

Habitualmente, pasamos varias horas en la casa y nos hacemos cargo de los chicos, mientras la víctima -que está muy lastimada- conversa con nosotros. Los chicos también son víctimas, están presentes en el momento de la violencia. Los cargamos en el auto con su mamá y los llevamos a hacer la denuncia a la oficina de la Víctima. En el caso que la mujer violentada no quiera hacer la denuncia, la dejamos en algún refugio de la Ciudad de Buenos Aires o casa de un familiar y comienza a trabajar el equipo de seguimiento durante 10 días. Nosotros trabajamos en urgencia y en emergencia, no podemos hacer asistencia. La dejamos protegida y tratamos que haga la denuncia pero llegamos hasta 10 días de acompañamiento.


En el call center los teléfonos suenan constantemente. Eva pregunta por el último llamado. Todos son registrados con fecha y hora en computadoras. Una de las 4 chicas que allí trabaja contesta: “Recibimos un llamado de una escuela de Barracas donde una maestra notó que su alumno estaba muy golpeado. Cuando ella le preguntó por sus moretones el chico le contó que su papá los golpeaba constantemente a él y a su mamá. Entonces, por medio de la maestra nos pusimos en diálogo con este chico de 16 años, quien nos pidió ayuda. Y ya salió una brigada hacia el domicilio”.

¿No enfurece al golpeador la presencia policial y por ende corre riesgo la víctima?

¡No! ¡El golpeador es un miserable y un cobarde! Cuando la víctima hace la denuncia el golpeador desaparece.


¿Entonces la denuncia es un freno al golpeador?


Si, claro. Al cabo de unos días, es probable que el golpeador regrese arrepentido y la mujer lo perdone porque le da lástima o porque es el padre de los chicos y le permite el ingreso al domicilio. Nosotros tenemos una reincidencia -tomamos estadísticamente la reincidencia a la tercera y cuarta vez- de entre el 30 y el 40 por ciento, en relación al 2009. Recrudeció notablemente. Otras veces, la mujer depende económicamente del golpeador. En Chaco se ha institucionalizado algo muy interesante, el gobernador Jorge Capitanich le embarga el sueldo al golpeador. Algo que ví en Cuba hace casi 24 años. Si bien quedan afuera los que cobran en negro, es un avance importante.


¿Se agravó también la violencia contra los chicos?


Sí, es monstruosa (Eva abre una carpeta con los últimos recuentos de llamados) Aquí las estadísticas muestran víctimas masculinas. Es muy gracioso el término masculino porque son niños de 0 a 5 años y donde el 41 por ciento tiene 16 años. Las mujeres víctima de 0 a 5 años ¿Mujeres? ¡Son niñas! Es del 18 por ciento y de 6 a 10 años es del 24 por ciento. Son niños a los que revientan a bifes y a patadas. Esto ocurre en todas las clases sociales. En los sectores sociales altos llaman los vecinos. En cambio en las clases populares llama la víctima.

Eva Giberti explica que el nombre del Programa, al mencionar la expresión “contra” las violencias, evidencia que su tarea apunta a logar que la víctima intervenga activamente en su propia recuperación mediante la denuncia, que significa una acción reparatoria y equivale a reconocer su derecho a reclamarle al Estado que intervenga en su defensa y también en el rescate de sus derechos humanos.


Con las “Prácticas para asistir y defender a niños, niñas y adolescentes” espera sumarse al mundo de los adultos que no descansan ni se conforman ante las pesadumbres que innumerables chicos sobrellevan y así lograr que crezcan siendo sujetos amados y respetados por los adultos, en lugar de tener que ser protegidos de ellos.
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Violencia sexual


En la Ciudad de Buenos Aires, el 63 por ciento de las violaciones sexuales provienen de un integrante de la familia -padre, abuelo, hermano mayor o tío particularmente-, el resto son violaciones en la calle. De las 1.769 víctimas atendidas entre el 2010 y el 2011, 967 víctimas son niños, niñas y adolescentes. En el 98 por ciento de los casos son mujeres.

Programa de Víctimas Contra las Violencias


El Programa de Víctimas Contra las Violencias se instaló, a través de las universidades en las provincias de Chaco, Misiones, Río Negro y Neuquén (la zona del Comahue) Entre Ríos, La Pampa y una serie de localidades del Gran Buenos Aires. Este programa se caracteriza por su tarea en el terreno o campo, buscando a la víctima, asistiéndola en el lugar donde se produjo la violencia y acompañándola mientras duren la emergencia y urgencia.

 
(*)Nota publicada originalmente en la revista Convivimos de julio de 2012


26 jun 2012

Nos mudamos!


Mudarse es un cambio importante en la familia. Es una bisagra que cierra un lugar cargado de vivencias y abre otro al que habrá que adaptarse. Se pasa por distintas emociones que van desde el estrés, la ansiedad, la angustia y el fastidio a la felicidad.


“Otra vez cambio de casa, de nuevo cambiaron mis cosas, otra vez cambio de luna y de barrio...”, cantaba Mónica Posse a principio de los 80, en el disco Tiempos de Cambios, en cuya tapa estaba ella sentada sobre unos canastos de mimbre, en medio de todas sus pertenencias acumuladas y muebles desordenados que ilustraban el día de la mudanza.

Según los profesionales de la salud y los psicólogos, la mudanza ocupa el tercer puesto en la clasificación de los factores que causan estrés y debilitación, por detrás del duelo y el despido. La doctora Graciela Moreschi columnista en el canal América, consultada por Convivimos, dijo al respecto que cuando una persona o familia atraviesa una mudanza se remueve todo su pasado.

Una mudanza es un duelo, además de un cambio y representa mucho esfuerzo para adaptarse a una nueva situación y entorno. También, implica hacer limpieza y remover elementos que rodean y forman parte de la vida cotidiana pasada y presente. Florecen recuerdos, álbumes de fotos, se clasifica y se descarta la ropa.

Este proceso de desarmar una casa para rearmar otra es una manera de enfrentarse al paso del tiempo. Por lo tanto, una mudanza genera ansiedad y estrés “esto último es la velocidad de desgaste del organismo ante algo nuevo”. En algunos casos angustia, melancolía y, en extremo, depresión.

El viernes 16 de noviembre, a las 9 de la mañana, irrumpieron en la casa de Raúl Cordomi y su pareja toda una legión de trabajadores cargados con cajas de cartón, papel para envolver, mantas y ese “fabuloso invento que es el papel plástico de burbujas”.

Alrededor de las 15 horas de ese día el aspecto de todo el departamento era “escandaloso”, montones de cajas de distintos tamaños, apiladas, a la espera de ser acarreadas hacia el nuevo hogar. “La noche del viernes al sábado, la única cosa que estaba entera en la casa era nuestra cama, pues tuvieron la gentileza de no desarmarla hasta el día del traslado”, recuerda Raúl alzando sus cejas con hastío.

Y el día de la mudanza llegó. “A pesar de la dedicación y paciencia de mi compañera, la jornada fue extenuante”, confiesa Raúl y dice que los únicos adjetivos que le vienen a la mente al recordar aquel día del traslado son tensión, ansiedad, angustia, fatiga y agotamiento, todos ellos unidos a varios dolores que les recubrían todo el cuerpo.

Mudarse con hijos

Para los niños también es difícil el proceso de una mudanza. Ellos también experimentan nuevas emociones frente al cambio de escuela, amigos, un nuevo lugar y hogar. “Para los más pequeños su casa es todo. Están apegados a sus cosas y su lugar es el mundo que conocen. Entonces, mudarlos es cambiarles el mundo y ellos no tienen la experiencia suficiente como para saber qué pasará después”, explica la doctora Moreschi también miembro y docente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)

Por lo tanto, es aconsejable, en primer lugar, “hablar mucho del asunto y hacerlos participar. Son fundamentales los objetos que aman y a los que se sienten ligados, deben ser los primeros en aparecer en la nueva casa y deben tener un lugar preferencial”, recomienda la doctora Moreschi y considera que asegurarles que quedaran ligados a sus amigos de la casa anterior y, si es posible, invitarlos a la nueva a quedarse a dormir es otra manera de ayudar a los hijos a pasar por este proceso de cambio.

Luciana M. había contado, en una nota anterior, que crió a sus hijos en Tartagal, provincia de Salta, luego por el trabajo de su marido, se mudó con su familia por nueve meses a Buenos Aires, de donde son oriundos ellos, y en febrero de este año se instalaron en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut.

Actualmente, instalada en Comodoro, Luciana asume que los chicos tuvieron la facilidad de hacerse amigos muy pronto. Además, coincidió el traslado con dos matrimonios amigos de Salta, de la misma empresa de su marido, con quienes sus hijos esperaban encontrarse porque los hijos de ellos también formaban parte del grupo de sus “viejos” amigos del colegio y barrio anterior.

Adaptarse a los cambios

El factor económico no es tan importante para los más chicos, entiende la doctora Moreschi, sino los amigos y la posibilidad de participar que se les brinde en este proceso. “Todos sabemos como a veces los niños se enganchan con un juguete pequeño y sin valor y desestiman otro carísimo. De todos modos los chicos deberán pasar por un importante proceso de adaptación si el cambio es considerablemente distinto al lugar donde estaban viviendo”.

En este sentido, los chicos tienen que aprender que en la vida hay cambios para bien y para mal. “La capacidad para asimilar estos cambios les dará el nivel de tolerancia a la frustración, que es imprescindible para ser feliz. Un chico que nunca se ha frustrado, no tiene ninguna tolerancia y un pasaporte a la infelicidad de por vida”, conceptúa la doctora Moreschi.

La reubicación en otra provincia por cuestiones laborales, generalmente trae mejoras salariales y abre la posibilidad de futuros ahorros pero implica la separación de la familia extensa, abuelos, primos y tíos.

La distancia

Susana Castro cuenta que con su familia se mudaron varias veces debido al trabajo de su marido. Desde San Fernando, en el norte del Gran Buenos Aires, a General Madariaga, luego a Bahía Blanca, Río Negro y por último se establecieron en Llavallol, al suroeste del Gran Buenos Aires.

“Para mí fue estresante, sobre todo la primera vez, porque lo hice con una bebé de 2 meses y a muchos kilómetros de mi casa y mi familia” –confiesa Susana y recuerda- “nos mudábamos con lo justo y necesario, con el ánimo de volver (por lo menos yo) ya que nuestro departamento quedaba medianamente armado y alquilábamos una propiedad en el lugar de destino”.

Susana cuenta que el motivo de sus mudanzas fue siempre económico. “Mejorar el porvenir aprovechando las oportunidades laborales y de nuestra juventud”. En aquellos años se pagaba mejor sueldo en el interior y la posibilidad de ahorrar era mayor. Sin lugar a dudas nuestra posición económica mejoró a raíz de esos cambios”, admite Susana.

También, Susana recuerda que la visita de los abuelos, un par de veces al año, era motivo de alegría. Pero no se pudo evitar el alejamiento de los primos y el trato de cercanía no se recuperó más. “No tengo dudas que los chicos se adaptan a todo, siempre que estén con los padres. Creo que los hijos, cuando son chicos, están unidos al vínculo familiar y no a los sitios”, afirma Susana.

Es cierto que los más chicos se adaptan más fácil que los adultos a los cambios y que una mudanza será un episodio desestabilizante para una persona de acuerdo al grado de flexibilidad que tenga. Cuánto más rígida y con resistencia al cambio más dificultad se tendrá para atravesar un proceso de cambio. La ansiedad y el estrés es común en esos momentos y solo empeoran estos estados de ánimo en aquellas personas que cuentan con una disposición personal previa.

La doctora Moreschi admite que en los casos que las mudanzas se dan por ruptura familiar (separación de los padres, por ejemplo) las circunstancias son más difíciles porque este cambio está íntimamente ligado a cómo se lleva a cabo esa separación. En este sentido, es conveniente “no hablar mal del otro progenitor frente a los niños, asegurarles que lo verán seguido, a pesar de la distancia, y que podrán comunicarse con él cuando lo deseen y mostrarles que en cada casa hay un lugar para ellos”.

Pensando en el bolsillo

La decisión de cambiar de casa y de lugar ocurre porque hubo o se busca un crecimiento económico debido a una mejora laboral de algún integrante de la familia o por lo contrario, existe la necesidad de recortar gastos y se opta por alquilar una propiedad más pequeña o se vende la casa para hacer una diferencia de dinero y saldar alguna deuda.

También, en un país donde aún esta fresco el recuerdo del corralito, algunos le temen a los bancos y consideran una opción más segura invertir sus ahorros en ladrillos y adquieren propiedades de mayor valor como el caso de Jorge V., divorciado y actualmente residente en Neuquén, que decidió mudarse a sus 65 años, luego de jubilarse, porque “evaluó el tema desde el lado económico y el resultado fue que lo consideró una excelente inversión”.

En consecuencia, todo cambio implica un nuevo desafío y como decía la canción Otra vez cambio de casa: “Gira, gira, gira, gira que siempre vuelve primavera”.


Hablemos de la mudanza

La distancia genera, en los niños y también en los adultos, dolor por esa separación y repercutirá en mayor o menor grado de acuerdo a la ligazón que hayan tenido con la familia extensa. Es importante crear nuevas redes sociales en el nuevo lugar y organizar por ejemplo una merienda para los mas chicos, una ronda de mate para los mas grandes o una cena donde todos colaboren y formar parte de este nuevo barrio o comunidad.

Cada situación familiar es distinta, por lo tanto, cada mudanza se da por distintos motivos. A pesar de que muchas veces es buscada y anhelada, se genera un alto nivel de estrés porque se conjugan ilusiones y expectativas nuevas pero también hay temores que pone a prueba a toda la familia y en particular a la pareja.

Se discuten y proyectan muchas cosas relacionadas al dinero, al lugar y qué significado tiene para cada integrante de la familia. Es aconsejable hablar mucho sobre lo que significa mudarse para cada integrante de la pareja y en el caso de las familias también es recomendable hacer participar a los hijos y sobretodo crear un tiempo, en todo ese alboroto, para escucharlos.

Mudarse con mascotas

Una mudanza puede ser tan estresante para los animales como lo es para las personas. Para que su perro o gato no la pase tan mal, durante el tiempo que llevará la mudanza, trate de mantener los programas de ejercicio y alimentación lo más estricto posibles y brindarles la misma cantidad de atención y afecto como siempre lo hace.

Qué hacer antes de mudarse:

• Pida a su veterinario copias de los certificados médicos y vacunas de su animal.

• Compre chapas de identificación con su nueva dirección. Muchas mascotas suelen extraviarse los días de mudanzas.

• Si viajará en avión, lo ideal es un vuelo directo. Deberá averiguar cuáles son las reglas de la aerolínea al momento de transportar mascotas y qué tipo de contenedor necesitará para trasladarla.

• Si viajará por tierra y el viaje tomará más de un día, asegúrese de reservar hoteles que acepten mascotas. Y hable con su veterinario para que le recete unas gotas contra el mareo y los vómitos.

El día de la mudanza, su mascota se sentirá nerviosa por el movimiento. Entonces, la mejor solución será que un familiar o un amigo lo cuide hasta que se haga toda la carga y descarga de los objetos. Si usted no tiene a alguien que lo pueda tener, mantenga a su mascota en una habitación pequeña, tal vez el baño, junto a suficiente comida, agua, una caja de arena (si tiene un gato) y algunos juguetes favoritos. Puede pegar un cartel que diga “no entrar” en la puerta para que la mascota no se escape accidentalmente.



Nota publicada en Revista Convivimos // Autora: Natalia Yanina Vázquez

El novio de mi hija se queda a dormir en casa

Los hijos crecen y quieren que sus novios o novias se queden a dormir en casa. En ese momento, empiezan las provocaciones de los hijos y los enfrentamientos con los padres.



El novio de mi hija se queda a dormir en casa

¿Los dejamos dormir juntos o en cuartos separados? ¿Con la puerta abierta o cerrada? Que el novio o novia de una hija o un hijo pase la noche bajo el mismo techo no es lo mismo para todos los padres. Cada familia tiene sus reglas, si bien son mucho más flexibles que hace unas décadas, no suelen ser iguales para varones y mujeres.

“Con mis padres fue raro al principio, ellos todavía estaban procesando mi ruptura con mi ex pareja ¡Y yo ya quería que mi actual novio se quede a dormir en casa!”, confiesa Mariela B. de 25 años que esta de novia con Pablo desde hace 5. También, cuenta que con su mamá fue más fácil, porque la veía tan feliz que siempre la apoyó. En cambio, a su papá le costó un poquito más acercarse a su novio aunque, hoy, lo adora.

El permiso de dejar a los novios dormir en casa, sitúa a los padres en la disyuntiva de tomar cierta actitud frente a sus hijos de una actualidad que ellos quizás no vivieron. Esta situación, engloba dos cuestiones de suma importancia: por un lado la adolescencia como una crisis del desarrollo y por otro lado el impacto que dicha etapa ocasiona en la estructura familiar, en especial si hablamos de la incorporación de un nuevo miembro.

Así lo explica la psicóloga Florencia Cocorullo consultada por Convivimos que trabaja con grupos de adolescentes y que es especialista en terapia sistémica relacional. “Debemos comprender que la adolescencia implica cambios físicos y emocionales tanto para el propio joven como así también, cambios en la organización y en las relaciones familiares”.



Un miembro más en la familia



“¡El primer día fue terrible! Mi hermano también estaba de novio y su novia siempre se quedaba en casa, en su habitación, así que supuse que yo iba a tener los mismos derechos que él ¡Pero no fue así!” - relata Mariela B. y continúa- Casi por irnos a dormir me llama mi papá, mientras mi novio esperaba en el living solo, y me dice que no le parecía bien que Pablo durmiese conmigo en mi habitación y me remarcó: “El caso de tu hermano es distinto” ¡Me morí de vergüenza! Así que mi novio terminó durmiendo en el sillón y yo en mi habitación, enfurecida, por la actitud de mis padres.

La psicóloga Cocorullo señala que la entrada de un miembro a la familia (novio/a) siempre produce cambios en el sistema familiar. Aquellas familias con una estructura sana y flexible pueden sortear dicho cambio sin inconveniente alguno pero, generalmente, depende en mayor o menor medida del tipo de estructura familiar.

Cuando un miembro se incorpora, se crea un lugar nuevo al que las familias deberán readaptarse y reacomodarse, y esto siempre produce cambios en las mismas. “Si pensamos en una toma de actitud frente a los hijos, considero que aquellas familias flexibles y sanas pueden reacomodarse a los tiempos actuales que las atraviesan, los cuales difieren ampliamente de la adolescencia de sus padres”, aconseja Cocorullo.

Mariela B. no recuerda que haya habido un permiso explícito para que le permitieran a su novio compartir el cuarto con ella pero cuenta que fue un proceso lento: “Pasó del sillón a dormir con mi hermano, en su pieza. Después, le permitieron dormir en una habitación vacía cerca de la mía. En el invierno pasado, mi mamá me dijo que le lleve el colchón a mi habitación porque en ese dormitorio, donde lo dejaban dormir, hacía mucho frío. Así fue que, sólo un par de veces, durmió en un colchón en mi habitación hasta que por último, terminó durmiendo en la cama conmigo. Al principio, dormíamos con la puerta entreabierta y hoy compartimos la habitación y la cama con la puerta cerrada.



Los padres frente a la sexualidad de los hijos



En el artículo “¿Puede quedarse a dormir?”, la psicóloga Coks Feenstra manifiesta que los padres que aceptan que su hijo duerma en su habitación con su novia, también están aceptando su madurez emocional y sexual, haciendo que el paso de la adolescencia a la juventud sea más fluido y sano.

Por otro lado, “las relaciones sexuales perderían el lado pecaminoso que las generaciones anteriores les inculcaron a sus hijos y podría comenzar a hablarse con más libertad de ellas sin los habituales reparos”, concluye Feenstra.

En este sentido la psicóloga Cocorullo observa que, actualmente, los adolescentes viven la sexualidad en forma diferente a como la vivieron sus padres, los tiempos y la sociedad han cambiado mucho. En la mayoría de los casos, los adolescentes se inician muy tempranamente, la sexualidad ya no es vivida como una experiencia pecaminosa. Estos primeros encuentros sexuales con uno mismo y con el otro también son parte de construir su intimidad, su paso de ser niño a ser adulto, de lo intrafamiliar a lo extrafamiliar.

Pero esto también depende de cómo sea vivida la sexualidad en la familia, en la pareja de padres, cómo vivieron estos padres su propia sexualidad en la adolescencia, si se hablaba de sexualidad o si era un tema tabú en dichas familias, cuales eran los mandatos y las reglas.

“Ahora me siento bien, contenta. Además, nosotros somos muy respetuosos y eso mis padres lo notan. Es habitual saludarnos a la noche y subir juntos a dormir y también desayunar todos juntos un domingo”, manifiesta Mariela B. y reconoce que le encanta estar en familia con sus papas y su novio, pero que se siente mucho más cómoda cuando se quedan solos, sin sus padres.

En la casa de su novio también se queda a dormir pero desde que sus padres le dieron permiso. “Al principio porque se hacia tarde para que me lleve a casa o para volver sola. Luego, porque al día siguiente tenía que hacer algo con Pablo y así de a poco me fui quedando en su casa” -cuenta Mariela B. Pablo vive con su mamá, sus padres están separados, y ella nunca tuvo ningún inconveniente de que me quede a dormir en su casa, “considero que las mamás son más comprensivas que los papás”, agrega Mariela B.

Los padres toman ahora mayor conciencia de la sexualidad de sus hijos y, en mayor o menor grado, la aceptan explícitamente. “Existe una actitud permisiva hacia la sexualidad de los hijos y una mayor tolerancia hacia su vida y necesidades, en menor peso de la censura posible de vecinos o extraños y, sobre todo, el deseo de brindar la seguridad del hogar a hijos e hijas en sus experiencias tempranas”, expone Mario Margullis en su libro “Juventud, Cultura y Sexualidad”

Asimismo, considera que los porcentajes de permisividad son mayores, en conjunto, hacia los varones que hacia las mujeres: “Desde luego, que esta resistencia a favorecer el ejercicio de la vida sexual de las hijas en el hogar no implica una total negativa hacia su sexualidad: es posible y probable que se acepte que mantengan relaciones fuera del hogar. Pero que éstas ocurran en la propia casa paterna supone un grado mayor de superación de resistencias y tabúes: implica enfrentar sin eufemismos la sexualidad de las hijas”.

Mariela B. confiesa que ella tiene relaciones sexuales con su novio tanto en su casa como en la casa de él. Las mayores ocasiones se dan cuando están solos. “Creo que la actitud de mis padres, en un principio, de no dejar que durmiésemos juntos fue para controlar o “cuidar” mi sexualidad. Pero, ahora, que conocen a mi novio y ven que tenemos una relación sana, muy linda y con proyecto de casarnos y comprar nuestra casa, están más tranquilos y lo viven mejor que al principio.

En este sentido la psicóloga Cocorullo cree que en aquellos casos en los cuales la sexualidad de los hijos es vivida como vergonzante o pecaminosa, la pregunta sería cómo esos padres atravesaron la sexualidad en la adolescencia, si era vista por sus propios padres como pecaminosa, cuáles eran los mandatos sociales y familiares con respecto a la sexualidad en dicho momento. “Actualmente, la sexualidad es vivida como una experiencia saludable a diferencia de otros tiempos en la que era un tema tabú”.

El adolescente se encuentra en una etapa de cambios y duelos por atravesar, dentro de los cuales uno de ellos es el del paso de un cuerpo de niño al de un adulto y los padres también deben reacomodarse a este cambio

“¿Y qué dirá tu padre al despertar? Y esta vez tu amor será, será sin abandono”, cantaba el Flaco Spinetta en su disco “Para los Árboles” en homenaje a las bellezas de la naturaleza, más allá de la mirada humana.




La convivencia prolongada



Las dificultades económicas propician una convivencia más prolongada de los hijos en el hogar de los padres, en apoyo de la economía conjunta. También, favorece las relaciones sexuales de los jóvenes en la casa familiar, a falta de la disposición de otros lugares o de dinero para pagarlos.

Mario Margullis en su libro “Juventud, Cultura y Sexualidad” entiende que el temor al Sida también tiene influencia en el cambio de actitud de los padres. Influye en el deseo de cuidar a los hijos y supervisar de algún modo sus relaciones. “El tremendo peligro que significa esta enfermedad, agravado por las fallas en la comunicación pública y las deficiencias en la información, la prevención y los cuidados, habilita un proceso de diálogo por parte de los padres y una actitud más protectora y de menor negación”.

La prolongación de la estadía de los jóvenes en el hogar paterno, conlleva a una postergación de las responsabilidades que implica vivir independientemente y tener que afrontar los desafíos de la vida cotidiana –materiales y afectivos- sin la tutela de los padres.

Esta postergación es favorecida, en épocas de crisis, por la falta de oportunidades laborales, la prolongación de los estudios y la difícil inserción en el mercado laboral, luego de obtener un titulo universitario o terciario. Entonces, para las parejas jóvenes resulta progresivamente más arduo conseguir un empleo estable, alquilar o comprar un departamento y solventar los gastos necesarios para iniciar la vida en pareja.




Luego de la “revolución sexual”

En la década de los 90 la gradual desaparición de las restricciones y de la censura interna y la externa acarrearon a que en algunas familias, de sectores acotados de la clase media, comenzara a aceptarse que hijos e hijas tuvieran relaciones sexuales en el hogar paterno.

Así, se daba mayor legitimidad a la vida afectiva de los jóvenes, no se desvinculaban de la vida familiar las relaciones con sus novios o novias. Este cambio de actitud tiene que ver, en parte, con que los padres de los jóvenes de hoy fueron también influidos, en su juventud, por los cambios culturales derivados de la llamada “revolución sexual”.

Sexualidad y genitalidad

Es frecuente confundir y reducir el significado de la sexualidad a genitalidad. La genitalidad, aunque importante, solamente es una parte de la sexualidad. También es frecuente simplificar el concepto sexualidad limitándolo a la copulación y fecundación. De estas confusiones se deriva la negación de algunos de los padres a que sus hijos reciban educación sexual en la escuela.


Nota Publicada en Revista Convivimos - Autora Natalia Yanina Vázquez


Entrevista a Laura Gutman // La biografía humana

Laura nos recibe en su casa de Palermo, en la calle Anasagasti, parisina y aristocrática, donde las casas cambian de dueños pero quedan dentro del linaje familiar. Ella cuenta que la propiedad se la recomendaron y que la conoció el día que escrituró, porque la mujer que allí vivía no permitía que nadie ingrese a verla. “Me cayó del cielo y la compré a ojos cerrados”.



Ciertamente, la casa tiene un aura celestial. Todo blanco, pulcro y con muebles rodantes que parecían flotar, cuando nos permitió moverlos como quisiéramos para las fotos. Allí vive con su tercera hija Gaia (15), de su segunda pareja, y llena de alumnos, los días que dicta clases en su escuela Crianza.


Cálida, cordial, bien dispuesta para las fotos y para la entrevista, sin apuro, me invita al cuarto donde trabaja para comenzar a “charlar”.





¿Qué edad tenías cuando te exiliaste en París, en 1976, durante el Gobierno Militar y por qué elegiste ese destino?



Tenía 18 años. En verdad, en el exilio uno no elige nada. Es el destino que elige por uno. Aterricé en Italia donde vivía mi hermana mayor (que dicho sea de paso, tenía 21 años, no era “muy” mayor). Mi hermana acababa de tener a su primer bebe. Me quedé pocos días, luego me puse a hacer dedo y viví viajando por toda Italia, trabajando de lo que podía. Un poco por casualidad llegué a una comunidad cerca de Torino, en medio de los Alpes. Allí conocí a un francés con quien me fui a Francia, a Grenoble. No puedo explicarte el frío que hacía en Grenoble. A los pocos meses, desesperada, muerta de frío y de nieve, volví a hacer dedo y me fui a Paris. Tenía una dirección de alguien. Llegué a la Place D´Italie, busqué esa dirección, me ofrecieron un colchón por una noche. Luego sigue toda una historia de supervivencia. La cuestión es que me quedé en Paris 12 años.



¿En qué universidad te formaste en Paris y qué significó estudiar con la pediatra y psicoanalista Francoise Dolto?



Me formé en la Universidad de Paris VIII. Fue una Universidad que surgió después de la revolución de Mayo del 68. Muy alternativa, de avanzada. A Francoise Dolto la busqué. Siendo argentina, yo ya había leído muchos libros de ella en Buenos Aires y me llamaba la atención que no tuviera tanto reconocimiento en París. Ella fue un referente fundamental para mí en ese momento, era alguien que traía la voz de los niños, y eso me parecía tan natural y acertado, que yo no entendía cómo alguien la podía cuestionar. También te confieso que ahora, 30 años más tarde, he evolucionado mucho en mi práctica y en mi pensamiento, y cuando releo sus obras, hoy no tienen para mí el impacto que sí tuvieron a mis 20 años.



Leí que tus años en Paris fueron muy duros, en particular siendo mamá de hijos chiquitos, cuando tuviste a Micäel y a Maïara.



Sí, fueron durísimo. Éramos pobres, estudiantes, extranjeros, en una ciudad sin niños y con mucho frío. Te aclaro que yo soy terriblemente friolenta, así que el frío me atravesó todo esos años al punto que hoy lloro de sólo recordarlo. Una vez habíamos juntado dinero para ir a cenar al restaurante que estaba al lado de nuestra casa, bien francés. Llegamos con Micaël bebé -que era un príncipe educadísimo- y no nos dejaron entrar. En cambio vi como permitían el ingreso de un señor con su perro. Los últimos años nos mudamos del barrio de Montparnasse, un departamento cerca de la Bastille, a un cuarto piso por escalera, como es habitual allí. La encargada del edificio era una mujer horrible. Yo subía con Micaël hasta el primer piso, luego bajaba y volvía a subir con Maïara, luego bajaba y volvía a subir con el carrito de compras, a veces bajaba y volvía a subir con algún triciclo o juguete o los tapados de los niños o el mío porque transpirábamos subiendo las escaleras. Luego, lo mismo hacía desde el primer piso al segundo, del segundo al tercero, etc. Tardaba unos 30 minutos en lograr llegar a mi casa. Pero indefectiblemente, salía la encargada y gritaba “silenceeeeee”. Nunca, jamás, en los años que viví allí, me ayudó ni me preguntó ni me habló, salvo para gritarme.



Con el retorno de la democracia volviste a Buenos Aires con tus dos hijos chiquitos y leí que te costó el divorcio ¿Por donde arrancaste?



El des-exilio es duro, pero en mi caso no fue tan duro como el exilio. Tenía el apoyo de mi familia. Mal que mal, en Buenos Aires me sentía en casa. Arranqué visitando pediatras y ofreciéndoles mis servicios como “doula” para las madres recientes (en ese entonces, era 1988, nadie había escuchado esa palabra) Muy pocos profesionales me ayudaron. Empecé haciendo visitas a domicilio a las madres puérperas. Aunque fue difícil, yo sentía que tocaba el cielo con las manos. Lo que me parecía encantador, era ir a la plaza con mis hijos en las noches de verano.



En 1997 comenzaste a escribir lo que enseñabas en tus clases, hiciste fotocopias y fueron artículos que llamaste “Queridas mamás”. De ese entonces, a los 15 mil ejemplares que se imprimieron en tu último libro fue un crecimiento muy importante ¿Lo planeaste o fue surgiendo?



No, no lo planeé. Yo era básicamente una comunicadora oral. Una alumna en ese momento me incitó a escribir, ella me ayudó efectivamente con las “Queridas Mamás”. Después de tres años de publicarlas, me di cuenta que tenía casi un libro escrito. Revisé los artículos, los ordené, escribí lo que faltaba y empecé a recorrer editoriales con las fotocopias anilladas (en ese momento no se entregaban los CDs ni se mandaban los archivos por email). Ese recorrido por editoriales también está lleno de anécdotas. Y de absurdos, como podrás imaginar. Ese fue el nacimiento de mi primer libro “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”.



Contame esas anécdotas del recorrido por las editoriales.



Firmé con Editorial Atlántida en 1999 para publicar mi primer libro dos años después, luego vino el “incendio de 2001”, no me publicaron el libro y se lo quedaron sin darme fecha de publicación. Ese momento fue muy duro para mí. Entonces, pagué para llevarme el libro, luego lo llevé a una imprenta, contraté a un diseñador e imprimí unos mil ejemplares y dije: ¿Cómo hago para venderlos? Así fue que les di a mis alumnos en consignación 6 libros al precio de 5. La cuestión que, en 6 meses, la gente me venía a tocar el timbre a mi casa para comprarlo y de este modo llegaron los libros a España, de boca en boca. Así me contrataron por primera vez en Europa y todavía no tenía mi primer libro editado. En ese momento, me llamaron de la editorial Del Nuevo Extremo, yo ya tenía escrito mi segundo libro “Puerperios y otras exploraciones del alma femenina” que en las siguientes ediciones se llamó “La familia nace con el primer hijo” porque la palabra puerperio que yo insistía en nombrar e imponer, era muy fuerte ¡La remé toda!





En tu libro “Puerperios…” explicas sobre las vicisitudes de la maternidad y las actividades intra-hogareñas que parecen haberse constituido en obstáculos para la realización personal ¿Por qué es tan difícil para la mujer realizar ambas cosas sin sentirse culposas de descuidar lo profesional o los hijos?




Porque son dos ámbitos muy diferentes. Uno es totalmente hacia afuera, el otro es totalmente hacia adentro. Uno es veloz, el otro es lento. Uno es racional, el otro es intuitivo. El problema es que en la actualidad las mujeres tenemos organizada la identidad sólo en el ámbito público, entonces cuando permanecemos en el ámbito privado, tenemos la sensación que desaparecemos. Y a nadie le gusta desaparecer.



¿Esta sociedad esta perdiendo a las madres?



Sí. Es un pensamiento tóxico de nuestra civilización, porque si no apoyamos a las madres en la tarea de maternizar, nos vamos a quedar sin ciudadanos pacíficos, calmos, maduros, honestos y generosos. No atender a la cría es un desastre ecológico, miremos por donde miremos. Si no tenemos madres que miran a sus crías, nos perjudicaremos todos, a la brevedad.



Contame cómo surgió la idea de hacer el libro “La familia Ilustrada” que realizaste con tu hijo mayor Micaël.




Yo ya no estaba más dispuesta a escribir absolutamente nada más sobre maternidad ni paternidad ni vínculos tempranos. Estaba preparando mi libro “El poder del discurso materno”, sobre la metodología que fui desarrollando respecto a la construcción de la biografía humana. Entonces se me ocurrió hacer un “cierre” de ese “período”. ¿Viste como Picasso que tiene el “período azul” o el “período rosa”? Bueno, igual. Estaba visitando a Micaël (30) en Paris, él reside allí. Yo siempre admiré mucho su trabajo como artista y, conversando sobre esto, surgió la idea de hacer algo que concluyera enfáticamente con estos temas. Se nos ocurrió que él dibujara con humor, mis textos. Eso hicimos. Trabajamos durante dos años, encontrándonos puntualmente por Skype para discutir las ideas (él en París y yo en Buenos Aires) hasta que terminamos el libro. Es un libro precioso.



En tu último libro “El poder del Discurso Materno” y también en “La Revolución de las madres” contas sobre el Yo engañado. Lo que yo creo que recibí. ¿Por qué es tan determinante en nuestra psique lo que nos han dicho nuestros padres en los primeros años de vida?



Porque hemos aprehendido el mundo externo y el mundo interno, a través de las palabras que nombraban los hechos o las emociones, desde un cierto punto de vista. Los niños no tenemos palabras para nombrar lo que nos pasa. Usamos palabras prestadas. Si me caigo y mi mamá dice “qué torpe sos”, yo crezco interpretando que caerse es cosa de torpes. En cambio, mi ser interior siente que eso es “me duele”. Pero si nunca nadie me ha dicho “eso se llama me duele”, no seré capaz de nombrarlo así. A menos que siendo adulto, alguien me preste nuevas palabras y yo sienta que encajan en mi vivencia interior.



¿Cuáles son tus anhelos?



Sólo me interesa generar nuevos pensamientos, mejores maneras de trabajar, ser cada vez más eficaz, más clara, más contundente. Me preocupo por escribir libros mejores, más entendibles y que sirvan a más personas. Me preocupo por plasmar materialmente, lo que es fuego adentro de mi cabeza.



Laura Gutman, escritora y terapeuta familiar, publicó varios libros sobre maternidad, paternidad, desamparo emocional, adicciones, violencia y metodologías para acompañar procesos de indagación personal y construir el rompecabezas de nuestra “biografía humana” o la “búsqueda de la propia sombra” así lo expone en su último libro “El poder del discurso materno” que presenta en abril, en la 38ª Feria del Libro de Buenos Aires.

Dirige Crianza, una Escuela de Capacitación con base en Buenos Aires, donde ella misma enseña, durante 3 años, su metodología de trabajo y donde para ingresar no hace falta contar con formación profesional anterior, salvo “la intención de abrir el corazón y comprometerse emocionalmente”. Cada alumno aprende a trazar los mapas familiares personales, y “presta” su historia, como dice Laura su “organización de luz y sombra” para el estudio.



Escribió dos obras de teatro: “Post parto” que se repondrá este año y fue recientemente galardonada junto a Ignacio Apolo con el Premio Casa de las Américas 2012" por su segunda obra “El tao del sexo”.




Entrevista publicada en Revista Convivimos - Autora: Natalia Yanina Vázquez

Parejas Desparejas

A principios del siglo pasado, era frecuente que las mujeres muy jóvenes se casaran con hombres muy mayores una costumbre heredada del orden patriarcal tradicional cuando las uniones eran por conveniencia o las mujeres estaban destinadas únicamente a la procreación.
Hoy, la mujer y el hombre se relacionan de otra forma. Mucho tuvo que ver la influencia de la llamada “Generación Beat”, “Movimiento Hippie” y el “Activismo Femenino” con la consecuente modificación del rol de la mujer.

Tal es así que, en las sociedades más desarrolladas, la mujer ingresa -o reingresa después de haber tenido hijos- en el mercado laboral, en cualquier etapa de la vida familiar, por lo que consigue expectativas mayores de satisfacción personal respecto de hacerlo sólo a través del matrimonio y de la familia.

El mayor que ella

En noviembre de 1991, Nora (33) se cruzó con Carlos (50) vecino de años de su tía, el día que fue a ayudarla a organizar el cumpleaños de un sobrino y entonces él le peguntó: “-¿Qué vas a hacer esta noche?-”. Nora, irónicamente, le comentó que tenía una juerga total, un cumpleaños de 13. “Por su puesto que acepté salir luego de la fiesta. Me pasó a buscar por casa, fuimos a bailar, luego a tomar un café y desde aquella noche, hace 20 años atrás, no nos separamos más”, recuerda Nora con melancolía.

María Fernanda Avecilla conoció a Fernando cuando ella tenía 23 y él 34, en el trabajo. Todo empezó con una amistad, el fue su consejero cuando terminó con su primer novio y la contuvo. “A mi no me importaba la diferencia de edad pero a él sí, ya que había tenido una novia anterior más joven, con quien terminó porque ella no quería formalizar sino que prefería primero viajar, vivir sola y no tener hijos ni familia en ese momento, en cambio él ya quería encontrar una mujer para que sea su esposa”, recuerda María Fernanda.

Nunca convivieron, aunque ella se quedaba mas en la casa de él que en la propia y a los dos años formalizaron su compromiso y se presentaron a las familias. “El tenía su proyecto de vida ya muy claro a diferencia de otros novios que tuve de mi misma edad. La parte económica no fue lo que me interesó pero si que compartiera conmigo la importancia de crecer en el aspecto profesional, yo soy contadora y él es licenciado en comercio exterior”, entiende María Fernanda y explica que luego empezaron los proyectos en común: “casarnos, formar una familia y acordar lo que deseábamos para nuestros futuros hijos”.

La mirada de los otros

María Fernanda medita que quizás lo más conflictivo fue ensamblarse cada uno en el grupo de amigos del otro. Los amigos de ella estaban en la etapa de salir a bailar, tomar alcohol y cambiar de chicas todos los sábados, mientras que los de él, en su mayoría, ya estaban casados e incluso con hijos.

Estas lógicas diferencias no impidieron que Fernando (39) y María Fernanda (28) se casaran y tuvieran a Benjamín, que hoy tiene casi 1 año. Ambos siguen adelante con sus profesiones, sus trabajos y se organizan para criar a su bebé y esperar a los que proyectan tener.

“El no quiere dejar pasar mucho tiempo más para el segundo”, explica María Fernanda y agrega: “porque en cierta medida, lo persigue su reloj biológico, quiere disfrutar del rol de abuelo y de sus nietos. Entonces, no es lo mismo ser papa a los 30 que a los 40 como lo fue él”, concluye María Fernanda.

En el caso de Nora V, la edad tampoco tuvo importancia para formalizar la relación cuando se casaron por Civil. “Acepto a la gente como es y no por su edad, ya que conozco a muchos jóvenes viejos y viejos jóvenes”, afirma.

Pero por el lado de la maternidad y paternidad entiende que la diferencia de edad influyó en la decisión de ambos con respecto a los hijos: “Desde un principio acordamos no tenerlos, Carlos porque ya no estaba en edad para hacerlo y por ejemplo no quería que cuando lo fuera a buscar al colegio le preguntaran a su hijo si era “el abuelo”. Por mi parte, no quise que mi hijo tuviera que sufrir todo lo que pasé yo por ser única hija de padres mayores, recurrentemente enfermos”, argumenta Nora.

Con respecto a la vida social, Nora y Carlos, que actualmente viven en Mar del Plata, no tuvieron problemas. “Quizás porque al año de estar en pareja, nos fuimos de Buenos Aires a Córdoba y la gente nos conoció como una pareja conformada, así que nos aceptaron como tal”, reflexiona Nora pero admite que en lo familiar no fue fácil.

“Mis primas y primos me decían que salga con el hijo que era mas para mi edad que Carlos, quien además me “negaba la maternidad”. La ahijada, Florencia, le escribió una carta muy fuerte y la dejó de tratar por el mismo tema. A su vez, se presentaron conflictos con los hijos del matrimonio anterior de Carlos. “Fabiana siempre me usó como trampolín para llegar al padre y obtener algún beneficio económico. Pablo, desde un principio, aclaró que nunca iba a aceptar al padre con otra pareja que no fuera su madre”, lamenta Nora.

Hoy, después de 20 años de matrimonio, Pablo la respeta: “Pienso que observó mi dedicación y cuidado ante las enfermedades del padre -20 operaciones- y reflexiona que si bien estos conflictos no afectaron a la pareja para desunirla, dejaron sus huellas.

La edad y el sexo

El médico y sexólogo Juan Carlos Kusnetsoff considera que los hombres que se relacionan con mujeres más jóvenes buscan un aditamento que es la juventud por el vínculo sexual. Pero “existen, en esas situaciones, frustraciones porque muchos mitos y estereotipos no se cumplen en la realidad y al poco tiempo esos vínculos tienden a desaparecer. Lo mismo pasa a la inversa”, explica el médico más conocido como “Dr. K”, en la columna del programa radial “Perros de la Calle”, conducido por su hijo Andy, y creador también de la pagina www.e-sexologia.com

Kusnetsoff reniega hablar de generalidades puesto que es mucha la variedad de parejas que asisten al consultorio y cada una es un caso particular. Aunque, hay cierta frecuencia de consultas que, en el plano sexual, se plantean con respecto a la edad.

Actualmente, Nora (53) advierte que con los años se nota la diferencia de edad, sobre todo en el plano sexual, ya que no se trata solamente de querer, sino de poder. “Muchas veces necesito y quiero estar con Carlos (70) pero no se llega a buen término porque su irrigación sanguínea no es suficientemente estable para poder complacernos a ambos”, confiesa Nora.

Un hombre, cuando llega a determinada edad, siente la necesidad de ser acariciado, "contenido" y hasta "acunado" por su mujer. El control eyaculatorio en las edades de sesenta o más años, es superior al de los jóvenes. Es capaz de mantener su erección durante un período prolongado de tiempo, sin eyacular, y esto constituye una ventaja en relación al joven.

Sin embargo, el período refractario -período posterior al orgasmo y eyaculación- es más prolongado a medida que pasan los años, entonces el orgasmo masculino es mucho mas lento, tarda en llegar afectando, lógicamente, la frecuencia general de relaciones sexuales, revela el Dr. K

Existen muchas diferencias físicas y psicológicas entre un hombre o mujer a los 40 años con respecto a otro hombre o mujer de 20. “Al principio la cosa puede andar bastante bien, pero tarde o temprano una vez satisfechas las necesidades o las esperanzas de tipo sexual, la realidad se impone y esa situación ideal sexual se desvanece si no se completa con otros proyectos”, explica el Dr. K. y recuerda que cuando él era adolescente su padre, “que de sexólogo no tenía nada”, le dijo: “Una vez que se te va la calentura vos tenes que vivir con la persona. Con eso me dijo todo”, concluye Kusnetsoff.

El amor es más fuerte

Enrique Martín López, catedrático español de Sociología y autor de “Familia y Sociedad”, explica que la convivencia entre el hombre y la mujer se basa en el reconocimiento de las cualidades y valores del otro, la perdida total y parcial de los mismos –belleza, juventud, simpatía, educación, posición social y económica, capacidad intelectual, etc.-, debida a factores como el tiempo o la enfermedad, o el descubrimiento de que tales valores no eran realmente poseídos por el otro, a través de la convivencia, supondrían, muy probablemente, la ruptura de la relación pero al mismo tiempo afirma que puede surgir el amor que “todo lo disculpa y todo lo perdona”.

Cuando las mujeres eligen a los hombres mayores como pareja no es, necesariamente, patológico, ni aplicable a la teoría freudiana sobre el complejo de Edipo y el deseo sexual hacia el progenitor del sexo opuesto, manifestado en el hombre elegido.

Juan Carlos Kusnetsoff considera que esa consideración es un rebusque del psicoanalista para poder decir algo conforme a la expectativa que uno tiene: lo busca al padre, madre o abuelo. Cada caso es un caso, es muy difícil generalizar: “Este país esta psicoanalizado y habla ese lenguaje” y explica: “Vos venís de una mamá al igual que yo, entonces obviamente que es cierta la premisa maravillosa que los problemas que uno tiene, como la elección de una pareja, tiene que ver con mamá y papá”, ironiza Kusnetsoff.

Entonces, como explica el Dr. K, si la pareja no se completa en un proyecto que contemple ansiedades y ambiciones comunes en el plano de la realización mutua, termina desacoplándose, independientemente de la diferencia de edad.

Ella mayor que él

Existe un tabú social que reza que la mujer que esta con un hombre 7, 10 o más años menor busca únicamente la satisfacción sexual. Kusnetsoff asiente que esa unión puede llegar a tener relación con la sexualidad: “algunas veces la mujer puede buscar la resistencia, la posibilidad de aumentar los vínculos sexuales, pensando que un hombre joven puede satisfacer a una mujer adulta, lo mismo ocurre a la inversa”, explica Kusnetsoff pero agrega que eso es un mito y finalmente con esa única idea, las cosas suelen fracasar y la frustración y la realidad se imponen.

Natalia González médica pediatra de 36 años conoció a Juan, 7 años menor, en la clínica donde trabajaban: “Nos comprometimos a los 5 meses de noviazgo y la fecha de los añillos es del primer día que nos dimos un beso. El dice que desde entonces se siente comprometido conmigo”, cuenta Natalia.

Con respecto a la diferencia de edad ella admite que al principio él no le había contado su verdadera edad por miedo a que ella lo rechazara. Natalia se enteró en el cumpleaños de él pero para ese entonces ya estaba tan enganchada que no le importó: “Además, salvo esa mentirita, me demostró más madurez que muchos de mi edad”, admite Natalia.

Socialmente, nadie parecía oponerse a la relación pero recibieron advertencias. Juan por parte de su abuela pero más que la diferencia de edad, la preocupación fue que Natalia tenía una hija, Lucía, y consideraba que la relación era “mucha responsabilidad para su nieto”.

Del lado de la familia de Natalia, las advertencias vinieron de parte de su mamá: “Imaginate caer con un pibe 7 años menor y lleno de rastas, se imaginó que su nieta viviría tipo hippie toda su vida”, manifiesta Natalia entre risas.

Cada uno terminó sus proyectos: el se recibió de médico y ella terminó la residencia. “Luego vinieron los proyectos comunes, formamos una familia tuvimos dos hijos en común y en cuanto podamos cumpliremos el sueño de la casa propia”, reflexiona Natalia y entiende que si hay amor se puede seguir adelante con la pareja: “Después de 7 años los problemas son los de cualquier pareja, rutina y cansancio pero no por la diferencia de edad” concluye e ironiza: “Aunque si lo pesco con una más joven lo mato” (risas)

Como escribió Émile Armand, influyente escritor y activista anarquista francés, propagandista del amor libre: “Los sexos se atraen mutuamente, se buscan naturalmente, normalmente: este es el hecho original, primordial, la base fundamental de las relaciones entre las dos mitades del género humano. Por otro lado, es una locura querer reducir el amor a una ecuación o limitarlo a una forma única de expresión. Aquellos que lo intentaron se dieron cuenta bien pronto de que habían equivocado el camino. La experiencia amorosa no conoce fronteras. Varía de individuo a individuo”.




Consultora de vínculos

Mónica Piccoli, directora de la agencia de nombre homónimo explica que no hay lugares para conocer gente, antiguamente estaban los clubes y mediaban las presentaciones de amigos. Hoy, por la falta de tiempo y desconfianza de quienes se pueden conocer en un boliche, muchos solteros optan por tercerizar las cuestiones del corazón.

Este rol de celestina, que prestigió el nombre de agencia matrimonial como consultora de vínculos, tiene clientes que, en su mayoría, son profesionales de alto nivel socioeconómico y cultural, mujeres y hombres que viven solos. Según la EPH de 2009 los hogares unipersonales en la Ciudad de Buenos Aires, representan el 29% del total de hogares y van en ascenso.

Picolli explica que el consultor funciona como filtro y nexo. De ese modo, analiza su base actual de datos, unas 400 personas, y busca quiénes podrían ser afines. Les anuncia por teléfono que pueden conectarse y ellos lo hacen, también, telefónicamente. De ahí en más, el futuro depende de ellos. “La consultora no establece honorarios por cada presentación, existe un arancel único al principio, que no tiene tiempo límite ni cantidad de presentaciones topes”, manifiesta Piccoli y con esto revela que las uniones son siempre exitosas.